Diario de Mallorca

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Opinión

…y volvió Reina, y voló a la escuadra

Es lo que tiene el fútbol, lo mire usted como lo mire, lo observe como lo observe, lo analice como lo analice. El fútbol es el único deporte, ¡el único!, donde se puede producir cualquier resultado. En cualquier momento, cualquier equipo puede ganar a cualquier rival. Los gloriosos, es decir, aquellos que están a punto de entrar en el reino de los cielos pueden descender al infierno en días, en semanas, en partidos, ¿en partidos? ¡en minutos! y, sobre todo, donde el peor equipo del mundo puede ganar al mejor.

En ningún otro deporte, el peor puede ganar al mejor. ¡En ninguno! Ese partido, el 100 por 100 de las veces, es 120-54 en baloncesto, 43-17 en balonmano, 10-2 en waterpolo, 25-10, 25-9 y 25-7 en voleibol, 12-3 en hockey sobre patines, 6-0, 6-1 y 6-1 en tenis…..y 0-1 para el malo en fútbol. Por eso es, dicen, el ‘deporte rey’, porque, al margen de su belleza (cuando es bello, cosa nada fácil de ver), de su escenografía, parafernalia y estética, es pura incertidumbre, duda y temor.

Les recordaré que el Real Mallorca le sacaba, hace nada, ¡nada! 5 puntos al tercero. Les recordaré que hace nada, ¡nada!, menos, empezábamos el partido frente al Leganés con un pie en el precipicio y el otro en el aire. Y les recordaré, hoy, que es domingo y jugamos en Las Palmas, ante el equipo del poético Jesé y el escritor Pepe Mel ¡enorme él!, que, si ganamos, ¡boooom! volvemos a estar en Primera, en la pomada. Todo eso, amigos, ha pasado en un visto y no visto. Todo eso, amigos, no pasa en baloncesto, balonmano, waterpolo, volei, hockey, ni tenis. No.

Como tampoco ocurre lo que le ocurrió al bueno (¿algo chulito sí es, verdad?) de Manolo Reina. Cuando le vi fracasar ante el Fuenlabrada (ven, volvemos al fútbol: el ‘Fuenla’ apalizó al líder y, al día siguiente, el otro líder le apalizó a él), pues eso, cuando vi que Reina creía tener las manos de mi amigo Zubizarreta y el juego de pies de Ter Stegen, pensé en la sentencia que el mítico Ladislao Kubala le contó un día a papá: «Carlos, ninguno de mis hijos será portero. Si eres delantero y fallas 15 goles cantados, pero metes el de la victoria de tu equipo en el último minuto, eres un héroe; si eres portero y paras los 15 balones que son gol pero, en el último minuto, encajas tontamente el gol que hace perder a tu equipo, eres un miserable, eres el culpable, el perdedor. No, no, no les dejaré ser porteros». Y no lo fueron, no.

Cuando el Mallorca regresó con la cabeza gacha de Fuenlabrada, hubo voces insensatas que clamaban por la sustitución de Reina ante el Leganés. Nadie conoce (con perdón) al portero suplemente del Mallorca, pero lo reclamaban. Nadie miró la clasificación, nadie, todos repitieron mil veces en su móvil los ‘cantos’ de sirena de Reina ante el Fuenlabrada. Mal hecho.

Había que mirar la clasificación y ver que el Mallorca estaba (seguía) allí arriba. Y ver que su portero era el mejor del campeonato (o su defensa), pues solo ha encajado 20 goles, menos que nadie. Y punto, no había debate. Y así lo entendió Luis García Plaza. Y, no solo eso, Reina volvió y ¡amigos! voló a su escuadra izquierda, en el minuto de descuento ¡el fútbol, amigos, el fútbol!, sacando un cabezazo de Javier Eraso, que se colaba, para ruina de los rojillos, ahí donde duermen las arañas.

Reina, del lodazal al miraguano. Cuenta el ‘mister’ rojillo, y lo explica con orgullo, que antes de enfrentarse al Leganés, en el vestuario, le mostró la clasificación a su equipo y, antes sus ojos, la rompió en mil pedazos. «Nada de todo esto cuenta hasta el final. Creo que hemos empezado muy pronto a mirar la clasificación». Falsa explicación, equivocada táctica (aunque le saliera bien). El Mallorca alcanzó esa posición, esos números, ese privilegio porque era sólido, uno, jugaba bien, muy bien como equipo y se le veía capaz de aguantar ahí arriba hasta el final. Empezó a tener dudas cuando dejó de hacer lo que le llevó hasta esa clasificación hecha añicos por las manos de García Plaza para motivar a su gente.

Quedan 10 jornadas, el Mallorca no lo puede tener mejor, pero 30 puntos son demasiados como para pretender ganarlos de cualquier manera. Los 64 puntos que tiene el Mallorca ahora los ha ganado, en el 80% de las ocasiones, siendo un equipo, bueno, único, solidario, ofensivo, organizado, con aspiraciones, ilusión y mucha unión. No puede pretender ahora ganar como sea. Aunque sirva, aunque valga. No. Eso puede ocurrir un día de necesidad (ante el Leganés, por ejemplo), pero si no recupera (o mantiene) el nivel, la solidaridad y el buen juego que le colocó arriba en esa clasificación que García Plaza destrozó con desdén (o estrategia de motivación mal entendida), no ascenderá directamente.

Y, si no subes directamente, lo que te toca es el infierno. Cuando has sido, durante todo el año, el mejor de todos, empezar el ‘play-off’ siendo el mejor de los perdedores, te hunde.

Lo dice la historia, las estadísticas, de este deporte donde el peor equipo del mundo puede ganar al mejor.

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