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Análisis

Un profesional de diez | Por Ricard Cabot

Salva Sevilla manu mielniezuk

Salva Sevilla ha renovado su compromiso con el Mallorca por una única temporada porque tiene 37 años, pero teniendo en cuenta su profesionalidad y lo mucho que respeta su profesión, tranquilamente el club hubiera podido prolongar su vinculación con el jugador dos cursos más. Por lo menos.

El futbolista andaluz es de esta estirpe de deportistas que pueden ejercer su profesión hasta que se lo proponga, como el bético Joaquín, como Messi, como Cristiano o Sergio Ramos, para no salir del ámbito futbolístico. Son todos ellos profesionales que se cuidan, que aman su profesión y la disfrutan. No hay otro secreto para explicar su longevidad.

El mérito del Mallorca fue apostar en su día por un jugador de 33 años repudiado por el Espanyol y que parecía consumir sus últimos momentos como futbolista de élite. Era un fichaje de un indudable riesgo que afortunadamente ha salido más que bien. Y el del jugador, rechazando la posibilidad de forrarse en el fútbol asiático, arremangarse y darse un baño de realidad al aceptar jugar en Segunda B. Desde la ultratumba, porque eso es lo que es la tercera categoría -o lo que sea tras la incomprensible y absurda reforma de la Federación Española- del fútbol español, partido a partido fue metiéndose a la afición mallorquinista en el bolsillo con su maestría sobre el terreno de juego. En sus cuatro años en la isla -bendita isla le llama él- ha vivido de todo, desde dos ascensos y un tercero por llegar, y un descenso, vivido todo ello con la misma intensidad -alegrías y decepciones- que un chaval de 18 años, cuando muchos estarían ya de vuelta de todo. Esta es la clave. El Mallorca y Salva Sevilla forman una simbiosis perfecta a la que le queda, al menos, un nuevo capítulo por estrenar. Y no resulta descabellado pensar que no será el último.

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