Esta no es una victoria cualquiera. Es de las que dan credibilidad al Mallorca en su candidatura al ascenso directo. Son tres puntos, claro, pero también mucho más, sobre todo por la inyección de autoestima que supone para el equipo y los jugadores y por las consecuencias que tiene en la clasificación asestar este golpe a un rival tan directo. Los bermellones tumbaron al Almería gracias a los goles de Abdón, de penalti, y a la obra de arte culminada por Salva Sevilla (2-0). Esto deja a los de Luis García en lo más alto de la tabla, con cinco puntos más el golaverage respecto a los andaluces, todo un lujo, en ningún caso suficiente, a estas alturas de competición. Fue una respuesta de líder ante uno de los ‘gallitos’ de la categoría.

Este triunfo se antojaba imprescindible tras el palo que supuso la derrota ante el Espanyol de la anterior jornada en un partido en el que supo sufrir ante un sensacional adversario, y ante el que también supo aprovechar las armas que le llevan a dominar, al menos de momento, esta Segunda División.

Amath conduce el balón perseguido por dos rivales. Manu Mielniezuk

El Mallorca demostró personalidad en los primeros minutos, con una marcha más que los visitantes, que cuentan con un gran portero. Makaridze despejó un tiro seco de Dani Rodríguez y otro de Salva Sevilla que llevaban mucho peligro. El problema es que el Almería despertó robándole la posesión, aunque eso tampoco se tradujo en ocasiones claras, más allá de un tiro de Robertone. Eso sí, Oliván cometió penalti sobre Balliu, pero el árbitro no lo señaló, una decisión que alimentará la absurda sensación que hay en algunos entornos de rivales de los rojillos de que son favorecidos por los colegiados. Nada más lejos de la realidad.

El Mallorca, que solo había vuelto a inquietar con un remate con la zurda de Antonio Sánchez, sufrió en las bandas, con un torpe Fran Gámez y un Oliván blando. Y los nervios aumentaron cuando Galarreta, en el minuto 37, pidió el cambio por un problema muscular. Baba, que no jugaba desde el 10 de enero por lesión, fue su sustituto con una papeleta importante por delante que resolvió con muy buena nota.

El Almería dispuso de su oportunidad más clara tras una increíble falta de tensión defensiva del Mallorca, quizá la única del duelo, que obligó a Reina a lucirse con un disparo de Sadiq, que da miedo solo con su presencia en el área. Y cosas del fútbol, en la acción siguiente llegó el gol. Dani Rodríguez chutó y Maras interrumpió con la mano la trayectoria de la pelota, que iba hacia la portería. Ortiz Arias no lo dudó y señaló pena máxima. Abdón asumió la responsabilidad y resolvió con solvencia con un tiro suave desde los once metros. Era el mejor panorama posible de cara a la segunda parte.

Sin embargo, el Almería se hizo dueño del balón cuando todavía quedaba un mundo por delante, una dinámica siempre peligrosa. Los tiros de Villalba y de Lazo fueron toda una declaración de intenciones ante un Mallorca que, sin estar cómodo, esperaba de forma descarada el contraataque.

Galarreta se toca el muslo tras su lesión. Manu Mielniezuk

Pero este equipo tiene capacidad para resistir, con unos Raíllo y Valjent imperiales, y de sorprender arriba. En el minuto sesenta y ocho llegó una obra de arte fabricada por cuatro jugadores. Baba robó el balón, Abdón centró en la frontal del área, Antonio Sánchez la dejó pasar entre sus piernas y Salva Sevilla, como si se hubiera vestido de Leo Messi, resolvió de forma magistral. Recortó con la izquierda, dejando en el suelo a dos jugadores del Almería, y culminó con la derecha. Un golazo para el recuerdo justo cuando más lo necesitaban los suyos.

Eso dejó tocado al Almería, que intentó levantarse con más corazón que otra cosa. Juan Villar tuvo una gran oportunidad con un remate que se fue alto por poco. A partir de ahí, el Mallorca demostró oficio, con un Baba jugando minutos muy buenos. A dos minutos del final Oliván sacó bajo palos un balón que entraba, ya con Reina batido. El Almería no dio para más. El mallorquinismo respira ilusionado. Esta gran alegría también es un alivio, las cosas como son. La clasificación invita a soñar.