Que el de Albacete iba a ser un partido para cocinar a fuego lento, si se quería ganar, es algo que García Plaza sabía. Era en teoría el más asequible del póker que empezó ante el Rayo y que, tras el de ayer, continuará recibiendo a dos rivales superdirectos como el Espanyol y el Almería. No fue pues una sorpresa que un gol bastara para llevarse los tres puntos al zurrón. Los manchegos salieron a no perder desde el minuto 1 y le concedieron la pelota al Mallorca sin ningún reparo, olvidándose incluso de presionar a un Salva Sevilla que jugó uno de los partidos más cómodos de la temporada. Lo fiaron todo a una jugada de estrategia, un balón perdido en el área o a un penalti como el que le hicieron a Álvaro Jiménez del Albacete.

La estrategia estuvo a punto de salirle bien a los locales, pero la expulsión de Gorosito les dejó sin apenas recursos para ampliar esa espectacular racha que llevaban en los últimos cinco partidos. El Mallorca supo aguantar su oportunidad en un campo como el Carlos Belmonte que le era casi maldito. Cinco derrotas en otras tantas visitas, que se vieron interrumpidas gracias sobre todo al factor suerte que esta vez jugó vestido de rojo. Primero con el gol de Amath que se aprovechó de un rebote en Dani Rodríguez para pescar un balón de gol y después aliándose con un batido Reina para que el lanzamiento del absurdo penalti cometido por Salva Sevilla acabara en el poste. Fue la suerte del campeón. A veces es necesaria también.