En pleno mercado de fichajes, el Mallorca, sin saberlo, puede estar jugándose buena parte de sus aspiraciones de ascenso directo a Primera División. Ese debe ser el único objetivo del equipo que entrena, muy bien por cierto, Luis García. Y también el de Robert Sarver, que no debería cometer los mismos errores de la pasada temporada, cuando en enero fichó a Pozo, un extremo reconvertido a lateral; el griego Koutris, lesionado de gravedad en su debut, y el coreano Ki, que llegó con el mercado ya cerrado en lo más parecido a un retiro dorado.
Poco se le puede pedir al propietario norteamericano, que ha puesto de su bolsillo 50 millones de euros en el club desde su llegada hace cinco años, pero él mejor que nadie debe saber la diferencia entre militar en Primera o en Segunda. El día y la noche. Por eso mismo debe ponerse manos a la obra. Es importante atinar en los refuerzos porque tanto Espanyol como Almería, los dos colosos de la categoría deportiva y económicamente, no tendrán compasión.
