Era el de ayer uno de esos partidos marcado en rojo en el calendario. El Leganés de Martí, que solo había perdido un partido en Butarque en toda la temporada -el resto victorias- recibía al líder Mallorca, invicto a domicilio. Y lo seguirá estando después de la victoria ante el conjunto madrileño gracias al gol de Amath a la hora de partido. Un resultado magnífico, facilitado desde el minuto 38 cuando los locales se quedaron con uno menos por expulsión, por doble amarilla, de Rober Álvarez, por un claro codazo a Oliván, pese a que el jugador madrileño se fuera jurando en arameo y negando que hubiera tocado al mallorquinista.

Esta victoria permite al Mallorca acabar la jornada como líder. Queda todo un mundo, pero 41 puntos a estas alturas de la temporada es un precioso botín, un punto de partida inmejorable para intentar recuperar la categoría perdida. El equipo de Luis García volvió a demostrar que es un grupo indestructible y prácticamente imbatible. Ante el mejor local del campeonato volvió a salir ileso, con una solvencia descomunal. No hay quien tosa a este Mallorca. De momento. Y parece que va para largo.

Los dos equipos salieron al terreno de juego con mucho respeto, quizá excesivo. No era para menos con la trayectoria de ambos. El Leganés se hizo dueño del balón, pero sin crear peligro en la portería de Reina. Los dos equipos se percataron a las primeras de cambio que el colegiado vasco Sagués Oscón no iba a pasar ni una. Cualquier contacto era penalizado, olvidando el árbitro que el fútbol es uno de los deportes de contacto por excelencia. No es de extrañar que a los veinte minutos ya hubiera señalado nueve faltas. Una barbaridad entre dos equipos que peleaban de forma noble.

Muy poco pasaba en las áreas, hasta que a siete minutos del descanso el Leganés se quedó con uno menos por la expulsión de Rober Álvarez por doble amarilla. Bien expulsado. Con una tarjeta en el bolsillo, el jugador del Leganés no puede ir a por el balón de la forma en que lo hizo. El resultado fue un codazo a Oliván que le supuso enfilar el camino de los vestuarios.

Luis García mostró sus intenciones tras el descanso. Sustituyó a Antonio Sánchez, con tarjeta amarilla, por Mboula, un extremo más creativo y que encara al rival. El catalán estuvo a punto de darle la razón a su técnico en la primera pelota que tocó. Su centro fue despejado in extremis por un defensa cuando Dani Rodríguez se disponía a rematar. Martí, por su parte, no tocó nada, eso sí, con el único objetivo de que el resultado no se moviera. Un punto ante el líder y con uno menos era puro petróleo para los pepineros.

Pasaban los minutos y los locales iban cumpliendo su objetivo. No pasaban apuros pese al dominio de los rojillos. Hasta que llegó el minuto 60. Después de que Reina robara el balón a Rubén Pardo, en una acción clara de gol, llegó el del Mallorca. Nació en las botas de Galarreta, un reloj con botas. La pasó a Abdón y este a Amath para batir con la zurda a Cuéllar con un toque suave. El senegalés dedicó el gol a su compatriota Papa Bouba Diop, exinternacional, fallecido hace pocos días de ELA a los 42 años, levantándose la camiseta. Amath obtuvo premio a su osadía, su garra y verticalidad. Es un lujo para cualquier entrenador contar con jugadores que lo harán mejor o peor, pero lo dan todo en el terreno de juego. Fue omnipresente en todos los puestos de la delantera, y siempre lo hizo bien.

Martí solo reaccionó al gol con la incorporación de Rosales, un lateral que se desempeñó en el centro del campo, cada vez con menos gasolina al jugar en inferioridad. Si con once apenas pellizcó al Mallorca, difícilmente lo podía hacer con diez. Aunque eso sí, y hay que valorarlo, presionaron siempre en el campo del Mallorca, a riesgo de ser cogido en una contra.

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En los últimos minutos el Mallorca fue de susto en susto, y no por el peligro que creaba el Leganés, sino por las lesiones de los rojillos. Primero fue Sastre el que se dio un fuerte golpe en una caída que quedó en nada. Después, los problemas musculares de Dani Rodríguez que le obligaron a abandonar el terreno de juego a dos minutos para el final. Una lesión que, salvo sorpresa, pondrá punto y final a 2020 para él porque difícilmente podrá estar el próximo sábado ante el Fuenlabrada.

El Mallorca de Luis García está batiendo todos los registros. Es el líder de Segunda con más puntos desde la temporada 2012-13. En catorce partidos se ha quedado el equipo sin encajar. Es tan sólido en defensa -solo le han batido cuatro veces- que le basta un gol para sumar los tres puntos. El bajón, que tarde o temprano tiene que llegar, porque este ritmo es muy difícil de aguantar, se hace esperar. Afortunadamente. Ahora mismo es, de largo, el mejor equipo de la categoría cuando se está muy cerca de sobrepasar el ecuador del campeonato. La realidad es que el Mallorca no encuentra rival.