El Mallorca conquistó ayer un triunfo de mucho mérito en Montilivi. Supo sufrir de lo lindo para obtener una victoria de prestigio que le afianza en la segunda posición y le acerca al líder Espanyol, ahora a dos puntos. El tanto de Salva Sevilla, una obra maestra, fue suficiente para tumbar a un Girona que puso las cosas difíciles, sobre todo en la segunda parte, y que terminó con diez a tres minutos del final por la expulsión de Ramalho (0-1). 

Los bermellones mostraron un registro diferente al de los últimos encuentros, mucho menos vistoso porque no tuvo tanto el balón, a excepción de unos primeros minutos sublimes. Es un aviso en toda regla a la competición porque este equipo, con un fondo de armario sensacional, comprometido y con talento, también sabe tirar de oficio cuando no está tan fino. 

No es casualidad que sume once jornadas consecutivas sin perder, sin encajar como visitante y alimentando unas ilusiones llenas de fundamento. Queda un mundo, pero es evidente que está en el camino adecuado para regresar a la Primera División. Lo lógico es que esta fabulosa racha termine algún día, pero lo más importante es que este grupo sabe cómo debe hacerlo para competir a un gran nivel.

El fabuloso inicio en el encuentro merecía un premio tan bonito. Porque el golazo de Salva Sevilla fue la culminación de una jugada para el recuerdo, de esas que lo tienen todo. Velocidad, paciencia, descaro, talento y definición para poner el 0-1 en el marcador en el minuto cuatro. Después de sacar el balón desde atrás, y como si los rivales fueran niños, los bermellones elaboraron una acción en la que el almeriense rompió la zaga con un pase al interior del área, Amath aprovechó el hueco en ruptura para ganar la espalda a su marcador y le devolvió la pelota a Sevilla con un maravilloso pase atrás, que Dani Rodríguez dejó pasar, que finalizó en gol con un disparo raso.

El equipo mareó a los blanquirojos mostrándose muy vertical, con un centro del campo compensado, con Galarreta y Sevilla sensacionales, más la fuerza de Antonio Sánchez y Cufré en las bandas. El argentino, ayer de extremo, lo intentó con un buen disparo. Sin embargo, en un error defensivo extraño en este equipo, el Girona dio un buen susto. Sylla se escapó de los centrales y chutó, Reina no pudo blocar el balón y Pablo Moreno recogió el rechace para marcar de tacón. No obstante, el colegiado González Esteban, a instancias del VAR, y tras revisar las imágenes, anuló el tanto al considerar que el propio Moreno había empujado a Joan Sastre antes de rematar.

El Mallorca quitó el pie del acelerador y los catalanes apretaron un poco más, pero eso tampoco se tradujo en ocasiones, más allá de un cabezazo de Aday. Un testarazo de Amath y un chut de Sastre demasiado alto fueron las aproximaciones al área de los baleares, que habían perdido el dominio del duelo. 

La dinámica no cambió demasiado en la reanudación, con Samu Sáiz tirando de los suyos y con un Mallorca que había dejado de estar cómodo. Pero este equipo sabe qué hacer cuando no tiene el balón. Tampoco hay que olvidar que el adversario, como dijo el propio Luis García Plaza en la previa, es de los buenos de la categoría. 

Los disparos de Couto y Calavera sirvieron para preocupar todavía más a los rojillos, que vistieron con la equipación negra y rosa del pasado curso. Reina se lució con una soberbia parada a tiro de Sylla. Fueron los peores momentos en muchos partidos del Mallorca, que no daba con la tecla para recuperarse.

Incluso el árbitro le perdonó la roja a Galarreta tras una dura entrada sobre Sylla, que no paraba de crear problemas. García Plaza apostó por la entrada de Febas, en lugar de Cufré, para tratar de recuperar el balón. Y lo consiguió a medias. Precisamente el de Lleida tuvo el 0-2 en sus botas. Marc Cardona, que había entrado por Amath, le envió un gran pase que le dejó solo, pero su tiro fue adivinado por el meta Juan Carlos en una sensacional intervención. Ramalho fue expulsado con roja directa tras un manotazo en la cara a Marc Cardona a solo tres minutos de un final que tuvo más nervios que fútbol. El Girona lo intentó a la desesperada, pero el Mallorca resistió.