Solo se ha jugado la mitad de la primera vuelta, pero vista la posición que ocupa el Mallorca, el deseo de muchos aficionados sería que esta Liga acabara igual como está ahora. Se han jugado apenas 11 partidos de los 42 previstos y el equipo de Luis García Plaza ha vuelto a ocupar una plaza de ascenso directo, algo que solo ocurrió dos veces hace dos años cuando el equipo regresó a Primera, la última vez en la jornada cuatro de la temporada. Han pasado 48 jornadas de ello y lo que realmente importará será que los rojillos estén en ellas dentro de otras 31. El Mallorca está en ascenso porque se ha convertido en un equipo seguro en defensa y que ya empieza a hacer rentables las ocasiones que tiene, sean estas pocas o muchas. Sucedió ayer ante la Ponferradina en un partido en el que Bolo vio trastocado cualquier plan que tuviera tras el 1 a 0. Marcarle un gol a Reina se ha convertido en una misión casi imposible y cuando los rivales se vuelcan demasiado el peligro de sufrir un contraataque es mortal. Galarreta y Sevilla saben manejar los tiempos del partido, aunque hay veces que uno teme que tanto jugar al tran tran sea peligroso. Ayer con un segundo gol antes del descanso ya le quedaban pocas opciones al rival. Haber jugado un partido hace cuatro días, como le ocurría a la Ponfe, hacía que las piernas pesarán más y su capacidad de reacción era mínima. Las dinámicas son muy importantes y el Mallorca está en una racha positiva que costará mantener. Vendrán días difíciles y hay que disfrutar el momento porque, por desgracia, la Liga no acabó ayer.