Si no hubiera sido por el estridente color rosa de la indumentaria del Mallorca pareciera que estuviéramos viviendo un déjà vú y que el de ayer fuera un horrible partido entre dos equipos de Primera que se respetan, con miedo a perder, y no solo porque 20 de los 22 protagonistas jugaran el pasado año en esta categoría.  

La realidad era que fue un partido de Segunda, de aquellos que llaman táctico, en el que se demostró que el Mallorca va asimilando mejor las directrices de García Plaza: presión alta adelantada, juego por las bandas, aunque sea con centros a una área en la que no hay apenas rematador. Hay una defensa sólida, con dos centrales que van sobrados para Segunda y un centro del campo en el que Salva Sevilla y Baba saben manejar el ritmo del partido. Falta lo más importante, tener pólvora, crear ocasiones de gol, porque aquí nadie desborda y las ocasiones escasean, aunque puede que las cosas con Mboula y Murilo cambien. Queda también la incógnita de si Budimir se queda o no en este equipo y tiene ganas de jugar. Sin el croata, García Plaza tendrá un problema porque ni Alex Alegría ni Stoichkov están demostrando por ahora el nivel que tenían el pasado año.

Pese a todo, quien sale mejor parado tras este cero a cero es el Mallorca, que suma un punto, estrena su casillero, y no el ahora Espanyol de Moreno que, con una plantilla estratosférica, ni siquiera hizo valer su sello de equipo intratable en casa. Debe ser un punto para crecer.