A Luis García Plaza le queda un mundo de trabajo por hacer en el Mallorca. Se puede rescatar muy poco del decepcionante debut del equipo ante el Rayo Vallecano, donde todos los males que aquejan al grupo salieron a la luz y sus vergüenzas quedaron al descubierto ante un rival que, bastándose de una pincelada de fútbol y el acierto de su guardameta suplente, se llevó el botín de los tres puntos en Son Moix. 

Solo es la primera jornada de Liga y tiempo hay de sobra para corregir el rumbo, más aún en una categoría como Segunda, pero las sensaciones fueron desastrosas. La imagen y el discurso en pretemporada, tanto de los jugadores como de García Plaza, fue muy positiva . Un equipo que trabajaba la presión en campo contrario, las transiciones rápidas y al que además le acompañaron los resultados, que si bien no tienen valor alguno, sirvieron para reforzar la línea de trabajo. 

Ante los de Andoni Iraola todo el plan imaginado por el madrileño se vino abajo. El equipo saltó al césped perdido en el terreno de juego e incapaz de llevar la batuta del encuentro en ningún momento. Ni rastro de este proclamado nuevo estilo, valiente al subir líneas en campo contrario y siendo el dominador de la posesión, sino más bien una versión pobre en todos los sentidos que trajo a la memoria el Mallorca que acabó descendiendo a Segunda B.

El Rayo marcó el ritmo

La falta de intensidad fue evidente desde el minuto uno. Pocas fueron las acciones de balón dividido en la que el triunfador fuera un jugador bermellón. El Rayo, mucho más aguerrido, jugó cuando quiso que se jugara y paró el encuentro cuando más le convino. El Mallorca nunca estuvo enchufado en el partido. 

El Mallorca bajó los brazos

Precisamente el Mallorca basó gran parte de su éxito en años anteriores en la entrega y sacrificio en cada encuentro, una forma de calibrar la balanza ante la falta de técnica y calidad. Sin eso, el equipo deambuló por el campo sin el menor rastro de carácter, uno de los aspectos que más duramente criticó García Plaza al final del encuentro, especialmente tras el gol del Rayo, donde no se vio la intención de ir a remontar el partido. 

El equipo reculó a campo propio

La libreta de juego de Luis García apuesta por la presión en campo contrario, algo que el domingo no se vio en ningún momento. Con Dani Rodríguez perdido en banda y Álex Alegría, que debía ejercer la primera línea de presión, peleado con el balón, el Mallorca reculó a campo propio, exceptuando algunas acciones aisladas en las que sí se presionó, más por ímpetu de cada jugador que por táctica. Esta descompensación en la presión provocó que las líneas estuvieran muy separadas. En especial hubo demasiada distancia entre la defensa y la media, un fallo que el Rayo e Isi Palazón, autor del gol, aprovechó para hacer circular el balón a placer.

Febas fue incapaz de dirigir 

Alegría, Stoichkov y Febas, la gran apuesta de García Plaza por delante de Salva Sevilla, fueron los tres primeros en ser sustituidos. Tres jugadores de una tacada y no faltaron motivos para ello. Alegría, titular por las circunstancias que rodean a Ante Budimir, fue una isla en ataque al que ni se vio. Apenas participó en el juego y no disparó ni una vez a portería. Lo mismo se puede decir de Stoichkov. Atesora una enorme calidad individual, pero ante el conjunto franjirrojo no apareció. Y Febas adoleció de lo mismo que se le echó en falta la temporada pasada: falta de presencia en el centro del campo y sin capacidad para encauzar el juego bermellón. Salva Sevilla, Budimir y Luka Romero fueron los cambios, pero su aportación también fue testimonial y apenas se notó su entrada en el campo. 

Bravo y Sastre, señalados

La cuestión en los laterales no es novedad. El equipo y el entrenador son conscientes de que pierden agua por ambos costados y tanto Joan Sastre como Iván Bravo fallaron en el gol visitante, ayudados en parte por el nulo compromiso defensivo en esa jugada del resto de compañeros, que acompañaron con la mirada los movimientos de los atacantes del Rayo.