Uno de los grandes males del Mallorca esta temporada y que han abocado al equipo al descenso apenas un año después ha sido la enorme fragilidad defensiva mostrada durante todo el curso. Los bermellones han encajado 65 goles este año, una cifra tan solo comparable al Espanyol, colista de la categoría.

El equipo no ha encontrado la fórmula en ningún momento para frenar la sangría de goles en contra. Como local tan solo lo ha conseguido en cinco encuentros, con cuatro victorias y un empate. Jugando a domicilio, en cambio, no lo ha conseguido en ningún encuentro, lo que se ha traducido en una victoria y dos empates. Demasiada losa contra la que luchar.

Tras la reanudación de la competición con el parón por el coronavirus, los bermellones encajaron la friolera de veintiún goles en once encuentros, una cifra que prácticamente convirtió la misión de lograr la permanencia, ya de por sí complicada, en una utopía.

Es cierto que los errores defensivos, prácticamente presentes en todos los encuentros, han condenado al Mallorca, que siempre se ha visto penalizado. La cuenta de tantos en contra podría haber sido mucho mayor de no ser por Manolo Reina. El guardameta de Villanueva del Trabuco ha evitado en muchas ocasiones con paradas de gran mérito que la cuenta anotadora de los rivales se incrementara.

Sin un lateral izquierdo fijo durante todo el año, entre lesiones y bajo nivel, unido al mal año de Sastre y la obligación de situar a Pozo, extremo, en el perfil derecho, es otro de los motivos de tanto goles en contra. El Mallorca ha sido muy accesible por los flancos de la defensa y los equipos rivales, atentos a esa situación, no han dejado de martillear al equipo por banda.

Desde luego, no hay que ovidar el hecho de los 16 penaltis en contra, quince de los cuales acabaron en gol. Los bermellones han sido el conjunto más castigado por el VAR en este sentido, ya que la gran mayoría de ellos necesitaron revisión del colegiado para señalarlos.