Si el público hubiera podido entrar en el Visit Mallorca Estadi en las últimas jornadas no se hubieran oído abucheos contra el equipo, ni siquiera el día que se dejó empatar ante el Leganés en un partido que hizo más daño de lo que parece. Quizá desde fuera de la isla es difícil de entender que Vicente Moreno siga siendo el entrenador del Mallorca a tenor de los números que presenta, sobre todo fuera de casa, en Primera. Y que esta plantilla no haya sido pitada jamás -antes de la pandemia-, desde julio de 2017. La afición sabe que lo están dando todo para evitar el desastre, que lo es, de bajar a Segunda. En la historia ha habido jugadores que se han reído del escudo que representan con una falta de profesionalidad y compromiso que se ha trasladado al césped. Sí, por supuesto que eso también eso ha sucedido en Son Moix. Y hay algunos casos que no hace tanto que han prescrito. Pero la realidad es que no es el de este grupo, que lo da todo. Siempre. Su entrega es indiscutible, pero en la elite se necesita más. Por eso estar vivo en la jornada 37 tiene mucho mérito. Estos no son unos golfos. El problema es otro.
