El Mallorca salió ayer al Sánchez Pizjuán con miedo a no empatar el partido. Cuando esto sucede, muchas veces el resultado que finalmente se da es el de la derrota, como ocurrió ayer ante el conjunto sevillista. Los bermellones han sido unos expertos toda la temporada en generar contrastes y el de ayer no fue menos. Tras el buen partido firmado por los rojillos ante el Levante, había muchos números de que ante el Sevilla pasara lo que pasó. El Mallorca 'jugó' a verlas venir, aguantando a un rival al que le costó más de lo normal inquietar a Manolo Reina y que tuvo que tirar del dichoso VAR para sumar los tres puntos y mantener vivas sus aspiraciones de alcanzar la tercera posición en la tabla. Es verdad que un empate habría sido un resultado buenísimo para los mallorquines, pero es sabido por todos que es imposible saltar a un terreno de juego en busca de ese resultado. Los empates se dan, no se buscan, porque un empate es un resultado en el que interfieren demasiados factores y que un solo equipo no tiene potestad de conseguir. No está todo perdido aún, al mallorquinismo esta noche le toca ondear la bandera del Getafe y esperar que el conjunto madrileño haga los deberes ante el Alavés que ayer no supo hacer su equipo ante el Sevilla. Por sorprendente que parezca las cuentas aún salen, pero cada vez es más difícil creer en ellas.
