Hace ya unos cuantos años escuché a un aficionado mallorquinista en Son Moix (no recuerdo si en aquel momento era Ono o Iberostar, siendo ahora Visit Mallorca), que decía algo así como que en los últimos partidos de Liga se aburría mucho porque con el equipo en media tabla sin aspiraciones europeas y sin problemas para mantener la categoría, el final de temporada era muy aburrido. Imagino a ese aficionado disfrutando ahora de lo lindo con el equipo en puestos de descenso pero agarrándose a un clavo ardiendo en la lucha por lograr la salvación. Parte de razón no le faltaba si nos ceñimos a aspirar por entrar en Europa con pocas posibilidades, pero la verdad es que lo de ahora, más que disfrutar, es un sufrimiento permanente. Si pierdes, porque pierdes, y si vas ganando porque estás atemorizado de que te empaten e incluso de que te remonten. Ante el Levante, el solitario gol del Cucho te da gusto porque vas ganando, pero te angustia a medida que pasan los minutos porque temes el empate en cualquier momento. La sentencia de Take Kubo te despeja la garganta y ya te permite respirar mejor, pero nunca lo das por hecho porque el terror a que se acabe fastidiando siempre supera a la alegría de ver que va a acabar bien como finalmente acabó. Ahora quedan tres actos más de disfrute o sufrimiento, ¡quién sabe!
