Después de una muestra de eficacia goleadora como la del Mallorca, de siete disparos a puerta cinco acabaron en gol, no estamos en un día para ponernos a buscar peros a la victoria de ayer, algo reservado, y con razón, a los aguafiestas.

Aunque haya sido en los estertores de la Liga, y cuando el equipo tiene el agua más al cuello que nunca, el del Celta ha sido el mejor partido del Mallorca en Son Moix, ante un rival que ha insuflado un poco de vida al grupo de Moreno, que parece decidido a intentar lo que solo puede calificarse como milagro.

El Mallorca ha sabido administrar su ventaja inicial tras un penalti riguroso.Aprendió de los errores ante el Leganés, guardando su portería pero también buscando las espaldas de un rival que se fue a por el gol y se encontró con un Reina excepcional. Todo al amparo de un sistema de juego en el que se siente más cómodo, un 4-4-2, con un lateral izquierdo de verdad, pero del que por desgracia va a carecer en el próximo partido, por la enésima lesión de Lumor.

La desventaja con el Celta, equipo que sigue marcando la salvación, sigue siendo abismal, pero el mallorquinismo quisiera que lo de ayer no fuera un espejismo y que los de Óscar García tuvieran metido el miedo en el cuerpo, como le ocurrió hace más de una década al Levante. Soñar no está prohibido.