Uno, dos, tres, cuatro y cinco. Cinco goles consiguió el Mallorca ante su rival más directo, el Celta, en la desesperada lucha por la permanencia. El equipo de Moreno se quitó de encima todos los miedos y la ansiedad que le ha atenazado desde el regreso tras el parón por la pandemia y consiguió una goleada para la esperanza. Lejana todavía, sí, pero al menos sigue aferrándose a este hilo que le mantiene con vida. Y está dispuesto a mantenerlo, por muchos que sean los obstáculos que tenga que superar. Con esta victoria, el conjunto rojillo se coloca a cinco puntos de los gallegos, con el golaverage a favor. Una distancia todavía sideral a falta tan solo de quince puntos en juego. Pero es que era eso, quedarse como estaban, a ocho, o incluso a once en caso de victoria del Celta. Las cuentas de Moreno siguen muy vivas: el equipo tiene que ganar los tres partidos de casa. El primero ya se ha conseguido, faltan Levante y Granada. Y sumar, al menos, una victoria fuera. Todo el mundo piensa en el Osasuna, en la última jornada, cuando los navarros ya no se jugarán nada. Pero también habrá que puntuar, al menos, el viernes en el Wanda ante el Atlético de Simeone, o en el Sánchez Pizjuán, ante un Sevilla que lucha por plazas de Champions.

Al Mallorca se le puso de cara el partido a los siete minutos cuando el árbitro señaló un penalti de esos que raramente se pitan. De Burgos Bengoetxea interpretó zancadilla de Santi Mina sobre Dani Rodríguez. No lo debió de ver muy claro cuando, desde que se produjo la polémica acción, hasta que decrteó el punto fatídico, se demoró cinco minutos. Un regalo que Budimir no desaprovechó para adelantar a su equipo y marcar su decimoprimer gol de la temporada.

Este tanto dio al Mallorca la tranquilidad que necesitaba, a diferencia de lo que ocurrió ante el Leganés, cuando a los jugadores les entró sorprendentemente el miedo. Cinco minutos después del gol de Budimir, Reina, uno de los protagonistas del partido y, seguramente, el mejor futbolista rojillo de la temporada, evitó el empate con un paradón a disparo del croata Bradaric, el mejor del Celta. En la siguiente jugada, y a la salida de un saque de esquina, de nuevo el guardameta rojillo evitó, sobre la misma línea de gol, el empate en un remate de cabeza de Murillo.

El partido era un toma y daca. Lo peor que podía hacer el Mallorca era cerrarse en su área. Debía seguir atacando. El equipo ha aprendido la lección del Leganés. Había que ir a por el segundo. Y llegó en el minuto 27 en un remate de Cucho dentro del área, que dsiparó fuera del alcance de Rubén Blanco. Dos goles de ventaja antes de la media hora. La victoria no se podía escapar bajo ningún concepto. Y más cuando, a cinco minutos para los 45, Pozo marcó el tercero. No fue un gol más, sino un golazo que hubiera firmado cualquiera de las estrellas que pululan por el campeonato. El sevillano recibió de Kubo y sorprendió al guardameta gallego con un zurdazo escorado. Impecable.

La segunda parte no pudo empezar con peores noticias para el Mallorca. A los tres minutos, Pozo cometió penalti sobre Santi Mina. Como el primero, tampoco lo fue, pero si el árbitro pitó el de Mina en la primera parte, no debía perder la ocasión de señalar el del sevillano. Aspas acortó distancias desde los once metros. Afortundamente todo se quedó en un susto porque tres minutos después Budimir ganó la acción a Araujo y marcó el cuarto, el segundo de su cuenta particular, al aprovechar un gran pase de Salva Sevilla. El almeriense fue el protagonista del quinto ocho minutos después con otro gran gol al sorprender a Rubén Blanco con un disparo fuerte y colocado. El partido estaba sentenciado a falta de media hora. El Mallorca se lo pasaba en grande ante un rival sin ninguna intensidad defensiva, desordenado en todas sus líneas y con ganas de emprender el vuelo de regreso a Vigo.

Con el partido decidido, a falta de veinte minutos Moreno concedió descanso a Dani Rodríguez y a Budimir pensando en el partido del viernes ante el Atlético de Madrid. Poco más pasó hasta el final. Los rojillos tenían la consigna de desgastarse lo menos posible.

El Mallorca sigue vivo y dispuesto a no arrojar la toalla. Esta victoria debe ser un chute de moral para los jugadores, que empezaban a creerse que eran incapaces de ganar a nadie. Vaya si son capaces. Con esta actitud y compromiso está permitido soñar.