un punto de nueve posibles en la Liga post Covid. El balance no puede ser más descorazonador para la afición del Mallorca que cada vez alberga menos dudas de que el desenlace final de la temporada será volver al lugar del que se salió hace poco menos de un año.

Hay pocos argumentos para el optimismo, cuando no ganas a pesar de que el partido se te ha puesto de cara apenas comenzado. El Mallorca se dedicó a tratar de retener el botín, sin poner los argumentos necesarios para ello, y eso que enfrente no tenía a un grande como el Barça, sino al colista de la categoría. El Mallorca jugó con fuego y acabó quemándose como ocurre casi siempre. A Moreno no se le ocurrió otra cosa que poner un muro detrás y sus cambios, prácticamente todos de cariz defensivo, no hicieron más que empobrecer al equipo y espolear a un Leganés que se sabía descendido si perdía en Son Moix.

El equipo hablaba de un partido que era una final, pero solo se notó en que había pánico a perder, porque en ningún momento se optó por rematar a un rival que estaba tocado tras el gol. Hay que agradecer a Reina y su parada a Guido que el Mallorca no esté ya muerto del todo, porque si algún equipo pudo ganar por ocasiones claras fue el Leganés. El Mallorca sigue confinado en zona de descenso y la escalada no se otea en el horizonte.