Segundo partido del Mallorca, segunda derrota. Nada que no se salga del guión previsto cuando se tuvo que suspender el campeonato por la pandemia del coronavirus. El equipo mallorquinista está por supuesto muy lejos de los azulgranas y, por lo visto esta tarde, también del Villarreal, pero con muchos matices. El conjunto rojillo tuvo opciones para obtener un buen resultado, al menos en forma de empate, con dos disparos al larguero de Baba. Le faltó contundencia y creer que era posible sorprender a un rival que fue claramente de más a menos.

Por si a alguien le quedaba alguna duda, el Mallorca es ahora mismo Kubo y diez más. El delantero nipón es, de largo, el mejor futbolista de la plantilla. Y él es el primero que lo tiene claro. Ha asumido galones y ya nadie le discute el lanzamiento de las faltas, ni siquiera Salva Sevilla ante el Barcelona. Protagonizó el imberbe delantero nipón varias acciones de auténtico delicatesen, con caños incluidos. La lástima es que prácticamente nadie le acompaña. Se encuentra muy solo y en el fútbol, salvo que seas Messi, necesitas de tus compañeros para conseguir los objetivos.

El Mallorca, con la novedad de tres centrales con la entrada de Sedlar, controló muchas fases del partido, pero sin puntería. Y cuando el balón iba dirigido entre los tres palos, Asenjo paraba sin dificultades los 'tiritos' de los rojillos. Baba tuvo la mejor ocasión rojilla a los siete minutos cuando estrelló el balón en el larguero. Fue un espejismo. Siete minutos después llegó el mazazo para los de Moreno con un gol de Bacca en una jugada fabricada por el nigeriano Chukwueze, que se ha ido primero de Gámez y después de Lago, que se ha limitado a seguir la jugada. Bacca, en el segundo palo, solo ha tenido que rematar a placer.

A la media hora pudo cambiar el signo del partido si el colegiado hubiera mostrado la segunda amarilla a Alberto Moreno, que cometió falta con el codo sobre Pozo. Son faltas que se suelen pitar, pero esta vez Estrada Fernández no quiso saber nada.

Poco cambió en el tramo inicial de la segunda parte en un ritmo de partido desesperante por parte de los dos equipos. Se puede entender en el Villarreal, con ventaja en el marcador, pero no en el Mallorca, que se contagió del juego parsimonioso de su rival. Como ante el Barcelona, faltaba tensión competitiva. Viendo a los jugadores rojillos, costaba creer que se estén jugando la permanencia.

Al cuarto de hora de la segunda parte Vicente Moreno sorprendió con la sustitución de Kubo, el mejor de su equipo, por Budimir. El cambio solo puede explicarse por no querer quemar al que ahora es su jugador franquicia y pensando que pasado mañana el equipo juega un trascendental partido contra el Leganés. Con el croata en el campo, el Mallorca se dedicó a poner pelotas a la olla. Todo demasiado previsible, y fácil para un Villarreal que se quitaba los balones de encima con una gran facilidad.

Entraron Salva Sevilla por un inoperante Febas y Trajkovski por Valjent, que se ha perdido sus primeros minutos en la Liga. El dominio rojillo se acentuó, un poco porque no le quedaba más remedio al Mallorca y otro porque los de Calleja se olvidaron de aumentar la ventaja para centrarse en defender el gol de Bacca de la primera parte. La tuvo el Mallorca en el minuto 73 en las botas de Cucho, nuevamente desacertado, que desperdició un gran centro templado de Trajkovski, en su mejor acción en toda la temporada.

En los últimos minutos se volcó el equipo de Moreno, con dos acciones clarísimas de gol. Primero en las botas de Baba, que estrelló el balón en el larguero por segunda vez en el partido. Poco después, Chavarría, que entró por Lago, vio cómo un defensa evitaba el gol bajo palos. Lo intentó el Mallorca, un poco tarde, eso sí, pero una vez más se queda sin puntos, que es lo que necesita el equipo. Ahora toca preparar el trascendental duelo contra el Leganés, el viernes. Una final.