Un actor secundario en el reparto azulgrana, Arturo Vidal, acabó en 65 segundos con la cháchara que ha rodeado el regreso del fútbol y el partido entre el Mallorca y el Barcelona tras el obligado parón de tres meses. El chileno se metió en el área desde la segunda línea y cabeceó a gol, con la complacencia de Sastre, un gran centro de Jordi Alba. Si ya es difícil encarar a un rival de la categoría del Barcelona, empezar el partido con el marcador abajo, la misión se hace prácticamente imposible. Otro secundario, el danés Braithwaite, Jordi Alba y Messi en el último suspiro redondearon el resultado para el Barcelona en una victoria plácida.

Como se preveía, el encuentro se disputó en un ambiente gélido. Sin público en las gradas, el fútbol y cualquier deporte de masas pierde todo su esplendor, incluso su razón de ser. Por momentos, el duelo, pese a haber tanto en juego, se asemejaba a una pachanga intersemanal. Que el Mallorca acabara la primera parte sin una sola falta dice mucho de lo que fue el partido. Faltó tensión competitiva, entrega, actitud, las características que son innegociables para el siempre exigente Moreno. Su gesto al encajar Reina el gol fue significativo. Chocó sus dos manos, como diciendo, seguramente a Sastre, que debería haber sido más contundente a la hora de frenar a Arturo Vidal.

Se temía al Barcelona, como no puede ser de otra manera, y a lo que pudiera hacer el crack argentino Leo Messi, de quien en la previa, y desde la capital catalana, decían que vendría desatado después de tres meses de parón, el más largo jamás experimentado por cualquier futbolista. Retornó con ganas, con las mismas que si a un niño pequeño le castigan una larga temporada sin balón por portarse mal. No estuvo ni de lejos al nivel a que tiene acostumbrados a los buenos aficionados, pero su sola presencia ya impone. Cada vez que contactaba con el balón, a la defensa rojilla le entraba tembleque.

El Mallorca, con sus muchas limitaciones, hizo lo que buenamente pudo, consciente de que si su rival tenía su día, y desgraciadamente lo tuvo, pasaría un calvario. Aturdido por el tempranero gol, los locales pasaron por excesivos apuros, pero con el paso de los minutos se fue sacudiendo el dominio azulgrana. Y ahí cobró protagonismo Kubo, uno de los pocos que se salvó de la quema en los rojillos, por no decir el único. El japonés ha puesto a prueba a Ter Stegen un par de veces, una de ellas al lanzamiento de una falta que debía ser para Salva Sevilla. Pero Kubo demostró que ha ganado galones en este equipo porque se ha hecho con el balón y no lo ha soltado hasta que ha puesto a prueba al guardameta alemán con un potente disparo.

Con cualquier atisbo de emoción ha acabado otro secundario, el danés Braithwaite, a diez minutos del final del primer tiempo, al rematar a bote pronto. Con casi una hora por delante podría haber acabado el partido, para bien del Mallorca, que pasado mañana tiene otro compromiso de aúpa ante el Villarreal.

Tras el descanso, los cambios de Moreno señalaron a los sustituidos, en especial a un Sastre desafortunado, que demostró que si algo es como futbolista es lateral derecho, nunca izquierdo. Las pasó canutas, y más cuando Messi le encaraba en posición de extremo derecho. El otro sustituido fue un inoperante Cucho, intrascendente y lejos de la forma en la que estaba antes del parón.

Ante la pasividad de los hombres de Setién, que parecía que optaban por guardar energías, el Mallorca intentó acortar distancias. Durante muchos minutos el balón ha sido suyo, pero todo ha sido un espejismo. El Barça le ha puesto una marcha más, sobre todo con la entrada de Suárez al cuarto de hora, que reaparecía tras la intervención a que fue sometido a principios de año. A falta de media hora Baba sustituía a Pedraza, la gran novedad en el once de Moreno. Como el equipo, el catalán estuvo gris y apenas se dejó ver en el centro del campo.

Pasaban los minutos y muy poco sucedía. La entrada de un espontáneo interrumpió el sopor. Puede prepararse el Mallorca para una buena multa por una situación que parece increíble con tan poca gente en el estadio y tantas medidas de seguridad. La entrada de Abdón y Salibur fue la firma de la rendición de Moreno, que debía estar pensando ya en el Villarreal, para el que no podrá contar con Dani Rodríguez, que vio la quinta amarilla y muy bien pudo haber sido roja. Con el tiempo prácticamente concluído, Messi puso la guinda a la victoria azulgrana. El Mallorca debe olvidar cuanto antes este partido y pensar en las diez finales que le quedan.