Todos los equipos implicados en la lucha por evitar el descenso comienzan a hacer cuentas cuando faltan quince partidos, pero todas esas cuentas son ficticias porque cada temporada a partir de los quince últimos partidos, los equipos de abajo empiezan a sumar más de lo que estaba previsto por aquello de agarrarse a un clavo ardiendo y de exprimirse lo que no lo han hecho durante el resto del campeonato.
En la presente jornada se ha visto un ejemplo casi completo de ello: el Eibar ganó en su casa y sumó tres puntos; el Celta empató fuera y sumó uno, y Leganés y Espanyol empataron como locales y por lo tanto también sumaron. El único que no lo hizo fue el Mallorca que perdió su partido.
Y lo perdió por dos conceptos que le están acompañando repetidamente esta temporada: el error puntual imperdonable dentro del área propia y no tirar a portería en todo el partido.
Y así, lo más probable es que, como mínimo, el partido acabe como acabó: 0-1. El tridente no existió: Take Kubo quiere pero no le siguen, Cucho apenas participó y Budimir fue baja por lesión.
La cosa se comprime con los dos últimos de la tabla y cuarto y quinto se alejan, así que cada partido ya empieza a ser un drama y lo confirma la afición cuando al ver el partido perdido se pone a cantar el himno. Mala señal. Significa 'estoy contigo, pase lo que pasa', que aún no sé si pasará.