Resulta cuando menos increíble que ni tres goles le hayan bastado al Mallorca para obtener una victoria en Primera lejos de Son Moix, después de más de 2.500 días, pero aún así el equipo ha de salir reforzado en su lucha por evitar el descenso, tras un partido falto de rigores defensivos y lleno de alternativas. Esta vez tampoco ha bastado ser el primero en abrir el marcador.

El punto ha sido el premio a la alineación valiente de Moreno, con tres hombres en punta con mordiente, como Take, Cucho y Budi, que cuando se asocian pueden fabricar grandes goles, como el segundo de los rojillos. La recompensa debió ser mayor si el Mallorca no se empeñara en liderar la clasificación de penaltis absurdos cometidos, bien sea por piernas que se quedan atrás, o por esas manos que tantos disgustos nos están provocando cada vez que se someten al juicio del VAR. Habrá que pensar en proponer a Dani Pendín que, además de ensayar jugadas de estrategia y tiros entre los tres palos, que opcionalmente los hagan a los brazos de los jugadores del contrario cuando estos se encuentran dentro del área.

Los pesimistas dirán que aunque se haya abandonado el infierno de las tres últimas plazas será difícil escapar de ellas al final de la jornada. Pero a los optimistas nos queda la sensación de que este equipo pone todo lo que tiene, y más, para evitarlo.