La decisión de Vicente Moreno no pudo ser más afortunada. Dio entrada a Kubo en el cincuenta y uno y el Mallorca dio un paso hacia adelante en ataque. El japonés sustituyó a un desdibujado Febas y el panorama cambió sustancialmente para los bermellones.

Casi sin tiempo para asentarse sobre el césped, el cedido por el Real Madrid recibió el balón en la banda izquierda, se internó en el corazón del área y, en un momento en el que otros jugadores se ciegan, tuvo la capacidad para levantar la cabeza y ceder a Dani Rodríguez, que tras un gran control fusiló a Pachecho. El problema es que el tanto, después de una gran celebración, fue anulado por el VAR por la decisión de Soto Grado que Pizarro Gómez, el del ascenso ante el Deportivo, confirmó. Pero algo había cambiado. En ese momento el Mallorca ya estaba siendo otro equipo, mucho más agresivo y con más intención de hacer daño al Alavés. Y Kubo era uno de los grandes culpables.

Como ya hizo en su único tanto en elite frente al Villarreal, cada vez que el asiático pisa la frontal del área mira hacia a la portería. Y probó fortuna con un disparo demasiado flojo para sorprender al meta de los vascos. Kubo se ubicó en la banda derecha, pero en numerosas ocasiones se iba hacia el centro y ahí despertaba el miedo en la zaga alavesa. Es difícil de controlar porque su talento y descaro le convierten en imprevisible. No participó en el tanto de Cucho, pero lo celebró como si lo hubiera marcado él mismo. Está integrado, pero quiere ser más protagonista. El nipón sabía que tenía que aprovechar su oportunidad. No es titular en la Liga desde la derrota del 5 de enero en Granada (1-0) y es consciente que necesita elevar su nivel para que el técnico le incluya entre los elegidos. "Tengo que aportar más y mejorar en defensa", dijo ayer tras el encuentro. Esta autocrítica, justo tras firmar una buena actuación, es un regalo para el mallorquinismo.