En el primer partido de la nueva etapa post Molango, el Mallorca se reencontró con la victoria. Un mes después, los rojillos sumaron de tres en tres para, previsiblemente, quedar fuera de las plazas de descenso a final de la jornada. Costó, como no podía ser de otra manera. Para llegar a la victoria, los rojillostuvieron que fallar un penalti y ver cómo el VAR les anulaba un gol por unas manos más que discutibles de Cucho. El equipo sigue en la pelea y como dijo Moreno tras la derrota ante el Valladolid, sus jugadores son duros de pelar y no se rendirán hasta que no queden opciones matemáticas. La situación sigue siendo agónica, y lo será hasta final de temporada. Pero de entrada es una buena noticia que el equipo se mantenga en la pelea porque significa que sigue con todas las opciones intactas.

Fue una primera parte marcada por el penalti fallado por Salva Sevilla a la media hora. Las manos de Magallán en el remate de cabeza de Budimir fueron meridianamente claras, pero el VAR se demoró más de tres minutos en confirmar la pena máxima. Salva Sevilla, infalible en el Mallorca desde los once metros, erró su primer lanzamiento, detenido por Pacheco, guardameta del Alavés. Fue sin duda un jarro de agua fría para los mallorquinistas. En el estadio se produjo un silencio sepulcral. Y es que al Mallorca le cuesta un mundo marcar un gol. Llegaba a este partido con 270 minutos de sequía. Desde la goleada al Valencia, y de eso hace ya un mes, no celebraban un gol los jugadores de Vicente Moreno.

Hasta esa acción no ocurrió prácticamente nada, como no sea la lesión de Lumor en el minuto 27 que le obligó a abandonar el terreno de juego para dar entrada al debutante Koutris en el lateral izquierdo. Mucho centrocampismo, mucha pelota dividida y mucho físico en el terreno de juego. El primer remate del Mallorca entre los tres palos no llegó hasta los 25 minutos, cuando un zurdazo flojo, pero bien colocado, de Budimir, obligó a Pacheco a despejar a córner. Después llegaría el susodicho penalti que dejó petrificados a jugadores y aficionados.

Por si quedaba alguna duda, ya no queda ninguna de que el Mallorca atraviesa una crisis, no solo en los despachos, sino también en el terreno de juego. El equipo tenía una buena oportunidad de desmarcarse de los equipos de la zona baja, con compromisos muy complicados este fin de semana, y la estaba desaprovechando. Los hombres de Moreno ya hace tiempo que parecen haber alcanzado su techo. Parece que no dan para más. El técnico, que tras la salida de Molango esta semana se desconoce si ha salido reforzado -en rueda de prensa dijo que, por lo que afecta a él, todo sigue igual-, ya no sabe qué piezas mover. Ha defenestrado a Fran Gámez y Sastre para dar entrada a Pozo; Febas entra y sale de las alineaciones; Kubo, uno de los pocos capaces de marcar la diferencia, pasó de titular a suplente, y en ataque Budimir perdió su relación con el gol.

Quedaban cuarenta y cinco minutos para enderezar el rumbo. Estaba claro que un empate era un pésimo resultado así como está el equipo en la tabla. En casa, y ante el Alavés, con todos los respetos para el equipo de Garitano, no quedaba otra que sumar los tres puntos. A estas alturas, esperar que se consigan fuera es pura ficción.

Moreno solo esperó cinco minutos en dar entrada a Kubo por Febas. El japonés demostró en solo dos minutos que debe ser titular indiscutible en este equipo porque es el jugador de más calidad de la plantilla. Una internada suya por la izquierda acabó en los pies de Dani Rodríguez para batir a Pacheco. Pero el VAR, maldito VAR, intervino para anular la acción por unas supuestas manos previas de Cucho. Al colombiano el balón le dio en el sobaco, pero desde la sala de imágenes y Pizarro decidieron que el gol debía ser anulado. Estaba claro que todo estaba predestinado a que este sábado tampoco iba a ser el día del Mallorca.

Lo cierto es que la entrada de Kubo dio otro aire al equipo, que se contagió de su descaro. Poco tardó Cucho en desquitarse del gol que se había anulado a Dani Rodríguez por unas supuestas manos suyas. Ocho minutos concretamente cuando había recibido un gran centro de Koutris desde la izquierda. Su remate en plancha de cabeza fue respondido por Pacheco con una gran intervención, pero el balón, tras su parada, quedó muerto para que Cucho rematara a placer al fondo de las mallas. Fue su primer gol como rojillo. Tardó, pero vale su peso en oro. Era el minuto 62 y quedaba remar mucho. Con el gol a favor, el Mallorca ya lo fiaba todo al contragolpe. A tres minutos del final el árbitro anuló un gol a Edgar por claro fuera de juego. Los últimos minutos, seis de añadido, fueron para corazones fuertes. La victoria no se podía escapar, y el equipo se hizo con el preciado botín. El Mallorca no se rinde.

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