El despido de Molango llegó tarde y mal porque ya no hay margen para cambiar nada, más allá de que un gran sector del mallorquinismo descorchara el cava. Ni con dos ascensos a sus espaldas el ya ex CEO del club logró ganarse el cariño de los aficionados, una circunstancia digna de estudio, por muy fácil que sea de entender si se sigue el día a día de la entidad. Pero no hay que engañarse. Molango no lo hizo todo mal, ni es el único culpable. Sarver y Kolhberg, a los que hay que hacer una estatua por su desembolso económico, le dieron demasiado poder. Y es inevitable señalar a Recio, que es tan responsable como el suizo de los desastres del mercado y que va a seguir en el cargo. Ver para creer. Moreno también se ha equivocado, pero es el único que puede evitar el desastre. Hay tiempo.