Han tenido que pasar veinte partidos de Liga, o lo que es lo mismo, más de una vuelta, para poder ver el primer gol de estrategia del Mallorca. Antonio Raíllo, que vivió su estreno como goleador en Primera, remató a placer un centro milimetrado tras el saque de una falta lateral por parte de Salva Sevilla.

El balón parado era uno de los temas pendientes de los de Vicente Moreno este año. Su importancia en los planes de cualquier equipo es vital para lograr los objetivos a final de año y a buen seguro que el cuerpo técnico se congratuló por fin de poder celebrar el primero del curso.

Esta faceta, dirigida desde el banquillo por el segundo entrenador Dani Pendín, dio muchos frutos durante las dos últimas temporadas. Sin embargo, este año el equipo no había conseguido dar con la tecla, ya sea por méritos propios o del rival, de acertar de cara a gol en faltas o saques de esquina sin contar los penaltis-al Mallorca le han señalado siete a favor- . Ayer, por fin, ante el Valencia se rompió la nefasta racha y tuvieron que ser dos héroes del ascenso, Salva Sevilla y Raíllo, quienes la hicieran realidad.

Apenas se llevaban seis minutos de partido cuando Parejo, que vio tarjeta amarilla y acabó siendo expulsado en la segunda mitad, derribó a Dani Rodríguez en tres cuartos de campo.

Salva Sevilla, habitual lanzador de jugadas a balón parado en el equipo, puso un balón medido al corazón del área. El central cordobés, libre de marca, lo tuvo todo a favor y picó el esférico a un lado de la portería con Jaume Doménech, que tan solo pudo hacer la estatua y observar cómo el cabezazo se colaba en la portería.

El siguiente paso que debe conseguir el Mallorca es volver a generar peligro desde los saques de esquina. Cuenta con amenazas aéreas como Budimir, el propio Raíllo o Valjent, y la mejora en este aspecto puede ser fundamental para la permanencia.