Como dice la letra del himno nacional francés, La Marsellesa, "el día de gloria ha llegado", y no me refiero tan solo a la gloria futbolística, sino a la Gloria que daba nombre a la tempestad que se cernía sobre las islas en la mañana del domingo.
Gloria apareció en forma de lluvia, pero sin que fuera más allá de eso, pues durante el partido no hubo una climatología extrema. Lo que sí fue extremo fue el baño que le dio el Mallorca al Valencia en forma de tempestad bermellona en juego, goles, iniciativa, carácter, intensidad y ganas.
El Valencia fue una sombra de sí mismo arrollada por un Mallorca que jugó el mejor partido que se recuerda en los últimos tiempos, con permiso del día del ascenso ante el Depor.
Efectivos en defensa, creativos y dominantes en medio campo y certeros en ataque, los mallorquinistas ofrecieron un espectáculo bajo la lluvia con el consiguiente mensaje anti-euforia de su entrenador que, con buen criterio, apunta que solo son tres puntos, cosa que es cierta, pero que además considero que eleva la autoestima de unos jugadores que últimamente parecían tocados.
La Gloria y la gloria han llegado, y el Mallorca ha hecho uso de ambas. Ahora hay que seguir el camino sin olvidarnos que hacen falta refuerzos, que no hay que olvidarse de ello por una tempestad favorable.
