Cogió un club en ruinas, evitando el descenso in extremis, y cuatro años después lo mantiene en Primera División y relativamente saneado. La etapa de Robert Sarver al frente del Real Mallorca, de la que el próximo sábado se cumplen cuatro años de su aterrizaje en la entidad, no puede ser más positiva. Ha evitado la desaparición del club, con una deuda descomunal a su llegada, y en pleno concurso de acreedores, y el equipo ha logrado el ansiado ascenso a la máxima categoría del fútbol español, la denominada Liga de las Estrellas, de donde nunca debió salir. Eso sí, después de un traumático descenso a Segunda B, desterrado tras décadas del fútbol profesional.

En junio de 2017 tocaba empezar de cero. Había dudas de lo que pudiera hacer Sarver, Nash y compañía. Pero el magnate norteamericano, propietario de los Phoenix Suns de la NBA, cumplió su palabra. Desde el primer día dijo que su intención era permanecer en el Mallorca un mínimo de cinco años -queda uno- y que, en ningún caso, iba a abandonar el barco. Dicho y hecho.

Siguió confiando en su consejero delegado Maheta Molango y en el director deportivo Javi Recio, que se pusieron manos a la obra para confeccionar un equipo solvente que devolviera a la entidad al fútbol profesional. Y para ello confiaron en un entrenador que destacó por su seriedad en el Nàstic de Tarragona y que era garantía de profesionalidad, Vicente Moreno. Sin hacer ruido, trabajando las horas que hicieran falta y no casándose con nadie, ha devuelto al equipo a Primera. Ha sido el quinto entrenador que ha utilizado Sarver en su etapa al frente del club tras Pepe Gálvez, Fernando Vázquez, Javier Olaizola y Sergi Barjuan. Y tres han sido los presidentes en estos cuatros años, Utz Claassen, Monti Galmés y el actual, Andy Köhlberg.

Inyecciones

El máximo accionista del Mallorca volvió a ofrecer el pasado mes de abril una nueva demostración de su implicación en el club al inyectar otros tres millones de euros a la entidad. Desde que se hiciera cargo del club ha aportado 33 millones de euros, más los veinte que desembolsó a su llegada. Con esta nueva ampliación de capital, Sarver, que era propietario del 99,97% de las acciones del Mallorca, aumentó su participación hasta un 99,98% tras esta nueva aportación económica.

Cuando Sarver firmó la compra de las acciones, el Mallorca era un gran agujero negro por el que desaparecían ingentes cantidades de dinero. Lo corrobora la auditoría de las cuentas del club correspondiente al ejercicio 2015-16, que arrojaba unas pérdidas de casi ocho millones de euros. La deuda se disparó durante un año contable, cerrado a 30 de junio, en el que Utz Claassen y Sarver se sucedieron al frente de la entidad. Casi ocho millones que contrastan con los 1.586.402 euros de déficit con los que se saldó el ejercicio 2014-15. La realidad es que técnicamente el Mallorca bordeó la liquidación. El patrimonio neto (13.592.697 euros) estuvo muy cerca de ser inferior a la mitad del capital social (26.659.050 euros). Si se hubiera rebasado esta barrera, el club hubiera entrado en causa de disolución de manera irremediable.

Cuatro años después, la situación es diametralmente opuesta. Se ha saldado la deuda de seis millones que quedaba con los acreedores ordinarios y falta por abonar los compromisos con la Agencia Tributaria y otros organismos públicos, que se pagan a plazos, y que todavía ascienden a casi 18 millones.

El Mallorca de esta temporada, en Primera División, ha presupuestado unos beneficios de 17,5 millones de euros, por lo que por primera vez dejará de perder dinero. La entidad mallorquinista facturará durante este curso 55 millones de euros, de los que 43 corresponden a derechos de televisión43 corresponden a derechos de televisión. Es la diferencia entre militar en Primera o en Segunda, donde la temporada pasada ingresó por este concepto 6,1 millones de euros. En patrocinio y publicidad están presupuestados 6,4 millones.

El déficit al final de la pasada temporada ascendió a 6,3 millones, la mitad correspondiente a la prima de ascenso a los jugadores.

Para el club es vital lograr la permanencia porque se vería recompensado con un aumento de cinco millones en el límite salarial -ahora es de 29- por la Comisión de Control de la Liga Profesional.

Sarver ha obrado el milagro y ha conseguido en tiempo récord lo que ni los más optimistas soñaban. Ha vuelto a poner al Mallorca en el mapa futbolístico y, aunquecomo se preveía, con muchos apuros para conservar la categoría, el equipo compite.

Desde la discreción, sin una palabra más alta que otra, sin alterarse en los peores momentos del descenso a Segunda B, transmitiendo tranquilidad en el entorno, ha conseguido que su figura sea incuestionable. Poco más se le puede pedir en cuatro años, que se ha pasado de la pesadilla a la gloria, del infierno al cielo.

Hecho a sí mismo

Nacido en Tucson (Arizona) en 1961, Robert Sarver, es un hombre hecho a sí mismo que ha creado un imperio bancario desde la nada, partiendo de una pequeña ayuda de sus padres. Cofundador del fondo de inversiones Southwest Value Partners, es propietario desde hace catorce años de la franquicia de la NBA Phoenix Suns. Antes de hacerse con la mayoría de las acciones del Real Mallorca, lo intentó primero con el Getafe, pero en las negociaciones no se fió de su presidente Ángel Torres. Después probó suerte con el Levante, pero la Fundación del club se negó en redondo a su llegada, para suerte del Mallorca.

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