Habrá que entonar un aleluya navideño anticipado porque el Real Mallorca rompió ayer una racha maldita en Balaídos. Los rojillos llevaban camino de marcar un hito al ser uno de los siete únicos equipos de 48 ligas europeas, tan señaladas como las de Albania, Eire, Islandia, Malta, la República Checa o Serbia, que no sabían qué era puntuar en campo contrario.

Se sumó un punto que es un regalo navideño, en uno de los partidos en que menos se ha merecido y gracias a la intervención, no de Santa Claus, sino de un Budimir luchador hasta la extenuación y un Reina que hizo paradas decisivas.

El valor de este empate va más allá del simple punto, pues también evita que el Mallorca entre en zona de descenso, rompe una racha de tres derrotas consecutivas, y deja tocado a un Celta muy superior, pero que dejó notar que vive muy mal la angustiosa situación en la que está.

Mención aparte para Moreno, notable por dos cosas. Una por agitar el árbol al menos, cambiando de alineación y sistema con el partido empatado, buscando los tres puntos. Otra, por reconocer lo mal que estuvo su equipo y los escasos merecimientos para puntuar. Los cambios servirán para que alguien se anime a aportar en enero algo más de potencial y la crítica para ser conscientes de que se debe mejorar para salvar la categoría.