Ocho partidos después, el Mallorca logró este domingo en Balaídos su primer punto a domicilio de la temporada. De forma agónica, con uno menos sobre el terreno de juego por expulsión de Raíllo y cuando ya se contaba una nueva derrota. Pero Budimir, en el minuto 83, marcó el gol del empate que debe significar un punto de inflexión en la trayectoria del equipo lejos de Son Moix. De momento este punto le sirve para mantenerse fuera de las plazas de descenso, que no es un dato menor.

El partido se complicó a los 19 minutos con el gol de Rafinha. Demasiado pronto porque el Celta no hizo méritos para ponerse por delante. Tampoco el Mallorca, todo hay que decirlo. La jugada del gol nació de una pérdida de Dani Rodríguez, finalmente titular pese a que Moreno dijo el viernes que tanto él como Lago tenían muy pocas opciones de salir de inicio, el balón llega a Olaza que, en posición de extremo, y con Fran Gámez a años luz, puso el esférico en la testa de Rafinha, que marcó su primer gol de la temporada.

El equipo tenía problemas en los laterales. Gámez no podía con Sisto y Lumor lo pasaba fatal por su banda. Pero, de la nada, el Mallorca consiguió el empate. En una acción aparentemente intrascendente, Budimir cayó en el área por un pisotón de Aidoo. El árbitro Burgos Bengoetxea consultó la jugada y, después de tres minutos de deliberación, decretó penalti. Lo lanzó Salva Sevilla, fuerte y esquinado, inalcanzable para Rubén Blanco. El partido volvía a estar donde quería el Mallorca. Parecía un buen momento para ir a por el partido, con el objetivo de coger moral y, de paso, hundir en la miseria a un Celta confeccionado para luchar por Europa. Con el Celta tocado, se llegó al descanso.

La segunda parte empezó de la peor manera posible para el Mallorca. Cucho Hernández, que entró por un inoperante Febas, cometió pena máxima sobre Olaza. El colombiano atropelló al jugador del Celta de forma inocente y evitable. Aspas se encargó de lanzar la pena máxima para batir a Reina y volver a adelantar a su equipo. Imposible peor inicio del sudamericano, que defendió como un delantero.

Con media hora por delante y con la octava derrota a domicilio a la vista, Moreno se la jugó con la entrada de Lago por Salva Sevilla. En el campo, imposible un equipo más ofensivo, con Kubo y Lago en las bandas y Cucho y Budimir en punta. Pero una cosa son las intenciones y otra la efectividad. El equipo siguió sin probar suerte con Rubén Blanco. Parecía que una vez más no era el día del Mallorca, como tantos otros. El equipo se transforma para mal cuando juega lejos de Son Moix. Muchos jugadores se convierten en invisibles, como Salva Sevilla, Kubo o Dani Rodríguez, y otros acentúan su falta de calidad, como Lumor.

Desde el gol de Aspas pasó muy poco. El Celta se dedicó a que pasara el tiempo y el Mallorca perdió los nervios. Tanto, que a falta de doce minutos para el tiempo reglamentario Raíllo vio la segunda amarilla y dejó a su equipo con diez. Si estaba difícil, ahora resultaba imposible soñar al menos con un empate. Cinco minutos después el árbitro perdonó la segunda amarilla a Cucho Hernández.

Pero el fútbol siempre depara sorpresas. Y con diez sobre el campo llegó el gol del empate en un centro de Lago por la izquierda. Cucho luchó por un balón que quedó muerto y Budimir, a puerta vacía, batió a Rubén Blanco. Iba a ser definitivo porque, aunque el Celta lo intentó -Reina evitó otro gol del Celta a disparo de Aspas-, no pudo batir por tercera vez a Reina. El Mallorca logró su primer punto a domicilio, un puntazo tal y como se desarrolló el partido.