Puntuar en el Camp Nou no está al alcance de todos los equipos y el Mallorca no es precisamente uno de ellos, pero dada la exigencia de esta Liga Santander ni este ni otro partido pueden tomarse como un trámite que se pasa, como lo calificó en rueda de prensa un Vicente Moreno, que se veía venir durante la semana lo que sucedió. Nadie esperaba que el Mallorca se viniera con los tres puntos tras jugar contra el Barcelona, pero tampoco nadie esperaba que los rojillos le ganaran al Real Madrid y se hizo.

Con dos caras y dos partes. Para salvar la categoría no podemos ver a un once vencido de antemano, entregado a la fiesta del Balón de Oro, como en la primera mitad. Tener a Messi delante no es tampoco dejarlo campar a sus anchas. Hay pocas fórmulas eficaces para frenar al argentino pero tal vez se precisaba que alguien le encimara más que lo que estuvo en los dos primeros goles, que marcó con sendos chuts desde fuera del área. Tampoco es muy recomendable permitir que el Barça se recree con media docena de toques, tres de ellos en el área, en el golazo de Suárez. No es posible tener un equipo de dos niveles, el que se hace respetar en casa y el que cae como fruta madura en campo contrario, uno de primera, otro de segunda. Un Mallorca tan poliédrico que hasta muestra dos caras según la mitad del partido que se juega. Pudo verse no solo en el Camp Nou, también contra el Getafe, el Alavés, el Atlético de Madrid o el Betis. Un equipo nos hace pensar en lo peor de aquí a final de temporada. El otro, el del Kubo luchador, el Budimir goleador, el del Cucho que pone en apuros a Ter Stegen, infunde alguna esperanza de que no se consume la catástrofe. El equipo que hace sentir orgullo de ser mallorquinista.

Con tintes de final. Tres derrotas consecutivas están agotando el colchón de puntos que se había llegado a acumular sobre una zona de descenso en la que no se ha caído por la derrota de nuestro próximo rival. El partido ante el Celta se presenta como una final, en la que no cabe el fracaso. Hay que romper la racha maldita -solo el Eibar acumula en este periodo peores números- y hacerlo, además, contra un equipo de la liga del Mallorca, pero que tiene más argumentos teóricos que los bermellones para salir del pozo en que anda metido.