Si hay un jugador en el Mallorca para quien el Camp Nou no tiene secretos es Salva Sevilla. El veterano centrocampista, un fijo en los planes de Vicente Moreno, jugará mañana por sexta vez en su carrera en el recinto azulgrana, del que no guarda precisamente un buen recuerdo. Y es que en el estadio barcelonista ha perdido las cinco veces que ha jugado, tanto con la camiseta del Betis como con la del Espanyol. Y no de cualquier manera porque ha sido goleado en todas ellas.

La primera vez, en partido de Copa del Rey, fue en la temporada 2010-11, cuando, vestido de verdiblanco, cayó por 5-0 ante el Barça de Guardiola, que vivía su época dorada con los Xavi, Iniesta, Messi y compañía. A la temporada siguiente también perdió el Betis, pero con un resultado algo mejor que la campaña anterior, 4-2, marcador que se repetiría a la temporada siguiente.

En su etapa en el Espanyol no le iría mucho mejor ya que, vestido de blanquiazul, en la temporada 14-15 vio cómo abandonaba el estadio azulgrana con cinco goles en contra por solo uno a favor. Al curso siguiente el resultado adverso fue de 5-1.

Nadie mejor que Salva Sevilla sabe de las dificultades que supone visitar a un Barcelona que ante sus aficionados se transforma. Juega bien y golea en todos sus partidos. Por lo tanto, la tarea del Mallorca se antoja más que complicada teniendo en cuenta, además, que los rojillos llegan al Camp Nou como el único equipo que todavía no sabe lo que es puntuar lejos de su estadio.

Salva Sevilla, que a sus 35 años renovó hasta 2021 el pasado mes de agosto, es indiscutible para Moreno. Cuando el equipo ganó de forma convincente al Villarreal (3-1) sin su cerebro en el centro del campo, que cumplía sanción por acumulación de amonestaciones, se abrió un debate sobre si el equipo juega más rápido sin Salva Sevilla. Un debate al que no entra Moreno porque el jugador de Berja es su alter ego en el terreno de juego, el hombre sobre el que gira todo el juego del equipo. Es el más clarividente con el balón en los pies y con la virtud, que muy pocos poseen, de desplazar el balón con la cabeza levantada en busca del compañero mejor colocado.

Salva Sevilla, que estaba a punto de fichar por un equipo extranjero cuando el Mallorca le convenció para su proyecto desde Segunda B, ha rejuvenecido en la entidad rojilla. Su rendimiento es sobresaliente. No se lesiona, apenas le sancionan, de ahí que en el curso del ascenso a Segunda disputara la friolera de 36 partidos. Inmensa fue también su contribución en la categoría de plata, con casi treinta partidos.

Salva Sevilla no las tenía todas consigo cuando aceptó jugar en Segunda B -"qué haces, estás loco, jugar en Segunda B", cuenta que le decían sus más allegados-, pero le bastaron muy pocos partidos para saber que no se había equivocado y que estaba iniciando, sin saberlo, una de las aventuras más bonitas de su dilatada carrera deportiva. Si existe lo de la segunda juventud, Salva Sevilla es el paradigma, el mejor ejemplo de ello.

Mañana, en el Camp Nou, sabe que afronta un duelo de máxima dificultad. Pero después de todo lo que ha pasado, de los campos de los que viene para llegar hasta aquí, sabe que le toca disfrutar de un partido grande, como él. No hay mejor escenario para Salva Sevilla que el de esta noche.