"Mientras nosotros jugábamos había gente que salía de la piscina si había un córner, miraba la jugada y después se volvía a meter en el agua", recordaba emocionado Lago Junior minutos después de haber logrado el ascenso a Primera División el pasado mes de junio. Estaba hablando del estreno del Mallorca en Segunda B en el Municipal de Peralada en agosto de 2017, hace poco más de dos años, primera estación de un proyecto que dos temporadas después le ha dejado en la elite. Mañana, cuatro futbolistas que jugaron aquel partido, más Salva Sevilla y Fran Gámez, que se incorporaron poco después, estarán en el Camp Nou.

Aquella calurosa mañana del 20 de agosto fue todo un aviso de lo que esperaba al Mallorca en la categoría de bronce del fútbol español: campos pequeños, la mayoría de césped artificial, y con poco público en las gradas. Salvo sorpresa, Reina, Sastre, Raíllo y Lago, que jugaron en Peralada, afrontarán el reto que supone enfrentarse al conjunto azulgrana.

No será desconocido el Camp Nou para Reina, que ya jugó en su etapa en el Levante. Llegó a la isla procedente del Nàstic de la mano del hoy venerado Vicente Moreno. Un guardameta veterano que puede pasar un calvario si las estrellas azulgrana le ponen ganas. Sastre, indiscutible en el lateral derecho, sí se estrenará en el estadio azulgrana. Raíllo, integrante del equipo que provocó la indignación de la masa mallorquinista con el descenso a los infiernos de la Segunda B, vivirá un partido que todo futbolista desea. Ha pasado de ser insultado a aplaudido. Fran Gámez, un modesto jugador procedente del Saguntino, se ha hecho en silencio un hombre en Primera. Lago Junior, un futbolista de 28 años que hasta esta temporada solo había jugado tres minutos en la máxima categoría, si al final puede jugar, el duelo supondrá para él todo un escaparate, un partido soñado para un futbolista al que nadie ha regalado nada. Abdón Prats, el héroe del ascenso al marcar el gol decisivo ante el Deportivo en el play-off, y Marc Pedraza, hijo del que fuera jugador del Barcelona y Mallorca, Ángel Pedraza, son los supervivientes de aquel partido en Peralada, el comienzo de todo lo bueno que iba a llegar. Después llegarían el croata Budimir, Dani Rodríguez y una de las revelaciones de esta temporada, el ghanés Baba, el Makelele del Mallorca.

Estos futbolistas jugaron ese encuentro en el que los niños estaban a dos palmos de la meta en un campo en el que solo había una grada con varios centenares de espectadores. Esta noche jugarán ante un mínimo de sesenta mil. El día y la noche en apenas dos años, dos años de contrastes. Como la ya famosa imagen que se hizo viral en las redes del propietario del Mallorca Robert Sarver haciendo cola para ir al único baño que había en Peralada, lejos del glamour que hubiera respirado mañana junto a Josep Maria Bartomeu, por mucho que esté acostumbrado al lujo de la NBA. Los gritos de los futbolistas cuando se pasan el balón o cuando protestan al árbitro o a los propios compañeros han pasado afortunadamente a mejor vida. Los periodistas llegaron a tener que trabajar sin mesa y sin la posibilidad de enchufar el ordenador y, mucho menos, utilizar el wifi para obtener internet.

El Mallorca ha estado dos años ganando muchos más partidos que perdiendo, mientras que ahora, como era de esperar, sucede lo contrario. Pero los de Vicente Moreno, que llegó a ofrecer ruedas de prensa en salas de trofeos, como la de la Peña Deportiva de Santa Eulalia, saben dónde están. Es lo que han soñado durante todo este tiempo, a lo largo de sus respectivas carreras. Y, como si de un cuento se tratara, se ha hecho realidad por méritos propios. Ahora solo hace falta disfrutar, y competir, claro, en este camino entre los mejores.