La estadística no miente. El Mallorca es el único equipo de Primera División que ha sido incapaz de arrancar un punto de los dieciocho posibles en los seis encuentros que ha disputado como visitante. Es un bagaje de los que duele y que le impide despegar en la clasificación a pesar de su buen rendimiento en Son Moix. Pero también es cierto que el viernes en el Ciutat de València los bermellones mostraron una evolución en sus prestaciones que le dejaron muy cerca de llevarse un empate ante el Levante (2-1). Y no solo es porque en el último suspiro Abdón estrellara el balón en el larguero.

El conjunto de Moreno no ofrecía tan buena imagen como foráneo desde la tercera jornada en Mestalla, cuando cayó ante el Valencia (2-0), pese a cuajar una sensacional primera mitad. "El Mallorca no es un desastre fuera", ha dicho en reiteradas ocasiones Vicente Moreno. Y con matices en algunos casos puede que tenga razón, pero lo que es seguro es que en las tres últimas salidas las sensaciones habían sido malas, más allá de los resultados. Cayó ante el Alavés en Vitoria (2-0), así como también fue derrotado en Leganés (1-0) y Valladolid (3-0).

Sin embargo, en el Ciutat de València fue otra historia, aunque el 2-1 fuera igual de decepcionante y se volvieran a cometer errores defensivos. Los bermellones empezaron muy bien, creando peligro y poniendo en aprietos al Levante. Solo una soberbia parada de Aitor Fernández separó a Budimir del gol en el minuto once. Ya antes Febas fue víctima de un penalti que si Pizarro Gómez lo hubiera señalado el panorama del duelo habría cambiado sustancialmente. Es cierto que los locales mejoraron y el Mallorca sufrió de lo lindo hasta que, ya en la segunda parte, encajó el tanto de Roger tras un error en la marca de Sastre. Lo más fácil hubiera sido resignarse como en Pucela, sin ir más lejos, pero el equipo se levantó. Y tras una excelente combinación entre Kubo y Sastre, Dani Rodríguez logró el empate.

Daba la impresión de que los baleares querían más, pero Rochina se sacó de la chistera un disparo desde treinta y tres metros que dejó sin reacción a un Reina que da la sensación de que podría haber hecho algo más. El golpe fue tremendo con ese tanto que ponía el 2-1 en el electrónico, pero hay que valorar que los rojillos lo volvieron a intentar hasta el final. No fue suficiento, cierto, pero no se dejaron llevar y creyeron que era posible. Kubo, que estuvo entonado, probó fortuna con un tiro que obligó a lucirse a Aitor Fernández en una acción en la que Vezo tocó el balón con la mano, por lo que se debería haber señalado penalti. Y Abdón, ya en el descuento, disparó con el alma y la pelota se fue directa al larguero para elevar la frustración del mallorquinismo.

La siguiente visita es al Camp Nou ante el todopoderoso Barcelona, por lo que no invita al optimismo. Pero algún día se debe romper esta preocupante racha. Ya es hora.