Jugaron como nunca y perdieron como siempre. Es un tópico gracioso que los futboleros aplican a los equipos perdedores y que no nos sirve como consuelo tras lo visto ayer en Orriols. El partido fue un calco de lo que hemos visto en otros disputados por el Mallorca lejos de Son Moix. Parece que conseguir un punto se ha convertido en una misión utópica, pese a una primera mitad con buena parte del control por parte de los de Moreno y con ocasiones claras como la de Budimir, parada excelentemente por el portero del Levante.
Detalles positivos no le faltaron al equipo, ordenado y asentado en el campo, con un Kubo cada vez más maduro, un Dani Rodríguez incisivo, y un Sastre que se hartó de llegar por la banda y fabricó la jugada que nos daba esperanzas.
Ha sido un golpe duro porque nadie espera que tras empatar, un tiro de más de 30 metros supere a Reina, y existe la esperanza de que alguna de las ocasiones que se generan, la de Kubo o la de Abdón, acaben en la red rival, pero no fue así y se vuelve de vacío. Es el factor suerte que también tiene su importancia en el mundo del fútbol. No quedará otra que seguirse aferrando a la magia de son Moix y a que el Mallorca es allí otro equipo, al menos más eficaz.
