Takefusa Kubo (Kawasaki, Japón, 2001) necesitaba un partido como este. Estaba en el ojo del huracán porque los contados destellos de calidad que había mostrado hasta el momento hacían mucho menos ruido que su rendimiento en las oportunidades que le había dado Vicente Moreno. Hasta ayer.

El técnico del Mallorca, a pesar de que en Pucela estuvo desafortunado, volvió a confiar en su capacidad. Y acertó de pleno, porque el nipón participó de forma directa e indirecta en los tres goles de los bermellones. El futbolista cedido por el Real Madrid sabía que tenía que aprovechar su oportunidad. En el minuto diez ya empezó a dejar claro que sería un día diferente. Recibió el balón en el interior del área y fue derribado por Iborra cuando estaba siendo regateado. Penalti que Lago aprovechó para adelantar a los suyos.

Kubo, incrustado en la banda derecha, pero con mucha movilidad, ya dio poco después un gran pase al corazón del área que Budimir no pudo rematar por poco. El Mallorca se gustaba y el asiático todavía más. Con Dani Rodríguez, que ayer también cuajó una soberbia actuación, fabricó la acción que dio pie al segundo gol. Dio un taconazo que sirvió de pared con el gallego, que recorrió muchos metros hasta que cedió la pelota a Febas, que fue derribado por Asenjo. Otro penalti para los baleares, que materializó Dani Rodríguez.

Pero lo mejor del partido todavía estaba por llegar. El Villarreal había recortado las diferencias en el marcador (2-1) y el Mallorca no las tenía todas consigo. Hasta que Kubo, cuatro minutos después del tanto de Cazorla, marcó las diferencias. Soltó un zurdazo desde fuera del área que hizo imposible la estirada del meta. Una maravilla que ya ha dado la vuelta al mundo, de forma literal, por la gran cantidad de seguidores que tiene. "Este gol me da la vida a mí y al equipo", dijo. Y tanto. El Mallorca había atado el triunfo.