En el partido número mil del Mallorca en Primera, el equipo se mereció el triple cero de tan significativa efeméride por lo que nos dejó sobre el césped de Zorrilla.

En la versión B, ya que Moreno no quiere hablar de rotaciones, nadie hizo méritos para cambiar su estatus. Fabricio dejó a Reina por vez primera en el banquillo y no merece siquiera tapar la progresión de Parera, como el guardameta del futuro. Falto de minutos, mostró poca autoridad en el área, tuvo un error de compenetración que le costó un gol al equipo, y estuvo horrible en el tercer tanto: un disparo lejanísimo de Sandro. Le acompañó, en su regreso a la parcela defensiva, un Sastre que anda perdido y que tampoco mostró argumentos para sentar a Fran Gámez. En el medio campo nada fue mejor, con un Pedraza desbordado de tanto trabajo que tenía, ni de un Kubo al que no le queda ni un ápice de la chispa que le vimos en su debut.

Lo peor, la sensación de resignación al final de un Moreno que interioriza los pocos argumentos que tiene su Mallorca lejos de Palma, cuando la versión Hyde se materializa, en un equipo que no resiste más de una parte, que apenas crea ocasiones claras de gol -primer chut entre los tres palos en el minuto 78- y que cae con estrépito ante uno de los que habrían de ser rivales de su nivel, aunque sea solo por el límite salarial de la plantilla.