La derrota contra el Leganés ha refrendado una vez más, aparte de la constatación de que el Mallorca de Son Moix y el que juega lejos de Palma no se parecen en nada, que las soluciones que hay para cambiar las cosas gracias a los recursos que tiene Moreno en el banquillo no son precisamente muchas. Si exceptuamos a Gámez, al lesionado Baba Rahman o algunos destellos de Kubo, son escasas las gotas de calidad destiladas por aquellos a los que se ha dado la etiqueta de suplentes. El fondo de armario de este equipo parece que da para poco, aunque hay algunas incógnitas como las del Cucho, que sigue recuperándose de su lesión en Madrid , sin familiarizarse con los que han de ser sus nuevos compañeros.

Pendín ya advirtió en verano de la necesidad de nutrir esta plantilla de triunfadores, -pero no se olvide de que en Segunda B y en Segunda- con jugadores con curriculum de Primera y experiencia contrastada en España. Los condicionantes económicos pesan y con el límite salarial poco se puede hacer. Molango admite que es difícil acertar o encontrar talentos desperdiciados en el mercado de invierno. Es su labor y la del secretario técnico y se habrá de acudir a él si con lo que se tiene ahora no basta para mantener la categoría.

Al mallorquinismo le queda confiar en que los que han hecho de Son Moix un fortín cumplan y que el Osasuna sea también víctima de ese equipo que no hace concesiones. El Mallorca del Real Madrid y no el de Leganés, aunque no hay que olvidar que ninguno de los equipos que se salvó en los últimos cinco años en Primera sumó menos de 6 puntos (Las Palmas). Después están los 9 del Sevilla o hay que irse ya a los 12. El Mallorca lleva cero, aunque primero pensemos en los del jueves.