Esta sí es nuestra Liga. Resulta curioso que cuando un equipo como el Mallorca, recién ascendido, se enfrenta a uno de los grandes, Real Madrid, Barcelona o Atlético de Madrid, se diga que el partido no es de su Liga, que donde se juega la salvación es ante los equipos de su potencial deportivo y, ahora, económico. Pero la realidad es que los tres puntos logrados ante el Real Madrid suman igual que los otros y pasan a formar parte de los imprescindibles para lograr el objetivo. Los hombres de Zidane, pendientes del decisivo partido ante el Galatasaray y del no nato derbi ante el Barça, se dejaron en Son Moix el liderato y su condición de invictos por no darle importancia al rival que tenían enfrente. Creyeron que con el escudo les bastaría para ganar.

Ritmo de Primera. El Mallorca de Vicente Moreno demostró que puede competir con cualquiera en la categoría si juega con la intensidad con la que lo hizo, con especial mención a unos 15 minutos en los que desarboló a los de Florentino Pérez, que sumó razones para pensar que esta es su isla maldita en cuestiones futbolísticas. Este es el Mallorca que necesitamos: con un Lago hiperactivo, un Baba derrochador de energía y una defensa que dejó seca a los goleadores blancos. El respeto o miedo que se atisbaron en el partido ante el otro rival madrileño, hace un mes en Son Moix, se convirtió en descaro ante los merengues, que querían llevarse los puntos sin jugar a nada.

Así se puede. El merecidotriunfo, aunque en fútbol los méritos no importan sino solo las victorias, dejan muchas consecuencias y todas positivas. Un equipo que se siente de Primera, un estado de ánimo excelente para afrontar las citas ante rivales de lo que los expertos llaman su Liga y una afición orgullosa como nunca de sus colores.