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Opinión

El Mallorca asciende a primera

Tan asombroso como la victoria ante el Madrid es que los espantapájaros blancos permanecieran invictos

Lago Junior fue Etoo en un gol magnífico, auxiliado por Odriozola.

Me ocupa más el Madrid que el Mallorca porque a los mallorquinistas me basta con colocarlos en la decimoséptima posición de la tabla. Se necesita más energía para aupar a los blancos a la primera plaza. Sobre todo, a los blancos conformistas que padecimos anoche. Acertó Zidane al sentenciar que el Mallorca estaba por debajo de donde debía, se le olvidó añadir que su equipo estaba por encima de donde merece. El técnico puede agradecer a los independentistas que le hayan liberado piadosos del Barça-Madrid del próximo sábado.

El Mallorca ascendió anoche a una Primera División que hasta ahora no tenía garantizada, y la prueba es que se hallaba en zona de descenso. Es más extraño que este Madrid mediocre permaneciera invicto a que perdiera en Son Moix. La inteligencia de los bermellones consistió en enfrentar a los espantapájaros madridistas con su soberbia, aparte de que anoche descubrimos que los mallorquines saben disputar un cuerpo a cuerpo sin amilanarse.

También Moreno pareció por fin entrenador de Primera, después de semanas en que se limitaba a concluir que cada técnico rival era superior al anterior. No se inscribe uno en el mayor espectáculo del mundo para autocompadecerse. Victoria o muerte. Y Babá, siempre con Babá.

Lago fue Etoo en el gol magnífico, ayudado por un Courtois arruinado por el Madrid de noche, y por un Odriozola cuya escasas prestaciones de anoche me obligan a sospechar de quienes me lo recomiendan encarecidamente. Encima exteriorizó su frustración con faltas crueles que le costaron la expulsión.

El Mallorca jugó con la ventaja de que todo disparo de Vinicius no irá a puerta por definición. El Madrid vive bajo el doble espejismo de que Benzema sustituye a Ronaldo y de que los partidos se los ganará el Bernabéu. No el estadio, sino el mismo Don Santiago y cierra España resucitado. Avergüenza contemplar al mejor equipo del mundo confiando en que el árbitro le pitará el penalti de ordenanza, para llegar a las discotecas del sábado noche sin demasiado desgaste físico.

Aguardo los mugidos de quienes se creen más mallorquinistas que nadie, y por eso cedían alegremente el partido ante el Madrid. Los puristas son nuestra perdición. El Mallorca se rindió cobarde ante Athletic, Atleti o Valencia, y probablemente me dejo a la Real. Ni un jugador local aventaja en efigie o precio a los reservas que alineó el Madrid. Sin embargo, si no te consideras a la altura de la categoría, pide un descenso voluntario.

Los forofos mallorquinistas a muerte deben aceptar su esterilidad analítica, porque seguirán allí en Segunda o en Segunda B. La esperanza radica en los mallorquinistas de aluvión que anoche inundaron Son Moix, solo ellos perciben que fuera de Primera no hay vida, solo desesperación. Antes de que los fanáticos se piensen con derecho a Champions, cabe recordarles que los diez puntos actuales del Mallorca le colocan por debajo de los once de promedio que necesita en esta jornada para asegurar la salvación. No es un momento para la euforia, sino para disfrutar de la llegada por fin a la Primera División, con lo que Rafael Nadal se perdió el acontecimiento del día.

(Las retransmisiones coloniales que ofrecen los medios madrileños son una invitación a la rebelión. No vamos a quemar contenedores por culpa de unos catetos henchidos de analfabetismo, pero exigimos desde aquí la independencia futbolística).

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