Las historias pequeñas del fútbol son las que, acumuladas, forman una gran historia y la del Mallorca mezcla grandezas con penalidades casi a partes iguales a lo largo de su historia.
La victoria por 1-0 del actual Mallorca ante un Real Madrid plagado de bajas pero con jugadores que serían titulares en la mayoría de equipos de la Liga ya es una de esas pequeñas historias que van sumando en los tiempos.
Esta vez no hubo diluvio universal, pero sí se repitió la intensidad, el entusiasmo, el trabajo y la solidaridad de un grupo de futbolistas que quisieron ganar y lo hicieron porque, entre otras cosas, fueron convencidos de que podían hacerlo.
Repitió tanto durante la semana el entrenador Vicente Moreno aquello de las opciones y las posibilidades que me dio la sensación de que tanta repetición era para intentar creérselo, y así fue, con la connivencia de un Real Madrid inofensivo, desganado y no sé si decir desinteresado.
El gol de Lago Junior (un gol muy suyo por cierto) ya se une a goles como el de Enrique Magdaleno en los años ochenta y el de Arango en 2006, para una afición mallorquinista, otra vez entregada con un grupo de jugadores que dan todo lo que tienen, algo que unas veces te da lo de ayer y otras se queda corto. Pequeñas y grandes historias del fútbol.
