Son Moix vivió anoche otro cuento de hadas, de los que solo Vicente Moreno y este grupo de futbolistas saben escribir. Seis de los titulares de ayer estaban en el barro de la Segunda B y diez en Segunda. Pero ayer no se derrotó al Mirandés y al Deportivo de la Coruña para alcanzar un ascenso, pero es como si lo fuera. Porque este Mallorca derrotó al todopoderoso Real Madrid, un equipo que era el líder del campeonato invicto, un detalle importante para ensalzar lo que hicieron en una noche memorable, con 20.275 espectadores en las gradas [vea las imágenes del partido].

El golazo de Lago JuniorLago Junio a los siete minutos dio los tres puntos en un encuentro en el que supo sufrir y demostró oficio ante los Sergio Ramos, Benzema y compañía. Si estos cracks se tuvieron que arrodillar ayer ante ellos, hay motivos para creer que la salvación es posible. Precisamente el delantero francés estrelló el balón en el larguero en la más clara ocasión de los madrileños, un bagaje muy pobre. Y no es excusa que disputaran los últimos diecisiete minutos con uno menos, por expulsión de Odriozola, ni mucho menos.

El partido empezó como si fuera un sueño de cualquier mallorquinista. De los que estaban en Segunda B, en Segunda y ahora en Primera. Como Lago Junior. El marfileño, discutido por su flojo rendimiento en este inicio de curso, se marcó una jugada que recordará toda su vida. Recibió el balón en el centro del campo, con muchos metros por delante, y empezó una de sus características carreras. Regateó a Odriozola con facilidad y lanzó un disparo desde la frontal imparable para Courtois. Este tanto, maravilloso de principio a fin, desató la locura en Son Moix. El marfileño se lo dedicó a Vicente Moreno, que siempre creyó en sus virtudes. Solo era el minuto siete y quedaba un mundo por delante, pero el Mallorca demostró personalidad. Los blancos solo habían dado señales de vida con un tiro de Isco y otro de Vinicius, pero con este tipo de jugadores en contra es mejor estar siempre precavido. El estadio volvió a celebrar un gol, pero Budimir lo anotó en fuera de juego. No hizo falta ni consultar el VAR.

Lago, esta vez desde la derecha, protagonizó otra sensacional acción, pero su centro no encontró rematador cuando el meta estaba absolutamente batido. No obstante, el Real Madrid se fue despertando. Vinicius se convirtió en una auténtica pesadilla para Joan Sastre, incapaz de frenarle. El brasileño disparó desviado cuando tenía toda la portería para él. Y poco después llegó otro gran susto. Benzema le ganó la espalda a Valjent y remató el balón al larguero cuando parecía más fácil marcar.

Los de Zidane hacían daño por la banda derecha y la solución de Moreno fue intercambiar a los laterales para que Fran Gámez tratara de frenar a Vinicius. Precisamente el ex del Saguntino probó fortuna con un chut que se fue a córner. Pero los últimos minutos de la primera parte se le hicieron largos a los bermellones ante un Real Madrid que volvió a apretar con un tiro de Marcelo que blocó Reina.

No le debió gustar nada la primera mitad de Sastre, con amarilla, a Moreno, porque en la segunda introdujo a Lumor. El ghanés, nada más empezar, disparó alto desde fuera del área. Y Benzema respondió con otro chut que paró Reina. Los merengues solo creaban peligro por la banda de Vinicius, un martirio, pero los locales aguantaban con solvencia. Un lanzamiento de falta de Ramos y poco más obligó a Zidane a introducir a Rodrygo y Valverde.

Nada sucedía, aunque Kubo ya estaba en el terreno de juego. Hasta que en el setenta y tres Odriozola le hizo un regalo al Mallorca. Vio la segunda amarilla por una entrada innecesaria a Lago y dejó a los suyos con diez. El partido estaba para que los baleares lo mataran, pero es cierto que el Real Madrid infunde respeto. Lago, con molestias físicas, tuvo que pedir el cambio para marcharse como un héroe del césped. Trajkovski fue su sustituto, pero casi fue un zaguero más que un atacante.

Tocó defender con el cuchillo entre los dientes, pero más por respeto que por méritos de los de la capital. Militao, ya en el descuento, puso a prueba los corazones de los mallorquinistas, pero su cabezazo fue atrapado por un impecable Reina. Genio y figura, como todo su equipo y los veinte mil espectadores que festejaron un triunfo para siempre.

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