Tiene el bueno de Dani Pendín trabajo por delante. Durante las dos últimas temporadas el hábito era prácticamente impecable. Jugada a balón parado. Moreno tomaba asiento, Pendín, a su lado, cogía las riendas desde la banda. El preparador argentino organizaba todo lo necesario para que sus jugadores ejecutaran con milimétrica y ensayada exactitud lo entrenado durante la semana. En búsqueda del gol o en defensa del mismo, tanto daba. Lo que en las dos últimas temporadas se había convertido en uno de los puntos fuertes del equipo, falto de fisuras, en este curso es una de las principales debilidades. La Primera División no es sencilla para nadie, saca lo peor de cada uno.
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Análisis