"Qué duro es esto, me da mucha pena y algo hay que hacer", le decía en privado Aritz Aduriz, visiblemente preocupado, a un grupo de periodistas mallorquines en el aeropuerto de Bilbao cuando no hacía ni veinticuatro horas que el Mallorca había descendido a Segunda B en Miranda de Ebro. Poco después colgó un vídeo en las redes sociales tratando de animar a la afición en un momento tan traumático. "Seguro que uniendo fuerzas el Mallorca conseguirá volver a donde se merece, que es estar en Primera jugando con los mejores. Ahora más que nunca Amunt Mallorca", dijo entonces.

Uno de ellos, poco más de dos años después de esas palabras, será él, aunque como rival, quizá el más querido, en el partido de mañana ante el Athletic de Bilbao. Será su despedida oficial de la afición de Son Moix, salvo un hipotético duelo de la Copa del Rey, ya que el ariete se jubila al finalizar la temporada.

El club bermellón ya anunció hace unos días que quería tener "un detalle" con un futbolista que, a pesar de que solo vistió dos temporadas su camiseta, ha ejercido de mallorquinista mucho más de lo que rezaba su vinculación contractual. "La mayoría de sus gestos los ha tenido en circunstancias complicadas. Y la iniciativa ha salido siempre de él, como cuando se bajó", recuerda orgulloso Héctor Romero, amigo del guipuzcoano y que era el jefe de prensa de la entidad en los dos cursos en los que estuvo en la isla.

Aduriz formó parte del equipo bermellón entre los años 2008 y 2010. Llegó para sustituir a Dani Güiza, que se marchaba al Fenerbahçe de Turquía. El delantero marcó 23 goles y fue el máximo realizador del Mallorca en las temporadas 2008/2009 y 2009/2010, con el técnico Gregorio Manzano en el banquillo. Compartió vestuario con jugadores como Nunes, Martí, Aouate, Borja Valero, Castro y Ramis, con los que rozó la clasificación para la Liga de Campeones en su segunda campaña, pero el Sevilla se la arrebató en el descuento cuando el cava estaba sobre el césped de Son Moix.

Su paso por la entidad rojilla estuvo marcado por los problemas económicos del club, que le impidieron hacer frente al pago de cinco millones de euros acordado con el Athletic por su traspaso. Tuvo que ser la actual propiedad, con Robert Sarver, el que finiquitó la deuda en 2017.

Aduriz dejó cuatro millones en la arcas del Mallorca -y condonó la mitad del salario que le adeudaba el club balear- cuando fue traspasado al Valencia, donde marcó un gol para el recuerdo para los 'barralets'. Era la última jornada de la temporada 2010/2011 y los rojillos estaban con el agua al cuello para evitar el descenso, con un punto más que el Dépor, que recibía precisamente a los de la capital del Túria. El punta, aunque su equipo no se jugaba nada, anotó un tanto que celebró a lo grande en Riazor. Sabía perfectamente que eso ayudaba a sus amigos de Mallorca, que fueron incapaces de superar al Atlético y que no bajaron porque los gallegos claudicaron aquella noche.

El delantero, que ayer no se ejercitó por problemas físicos, regresó al Athletic de su corazón, pero sus visitas en junio en la isla son tradición. "Viene cada año y pasa casi todo el mes aquí con su familia. Le encanta visitar las calas y muchos rincones que están alejados de lo más turístico. Y también va a Son Bibiloni a sudar un poco", resalta Romero.

Eso sí, no perdió la ocasión de animar como un hincha más al Mallorca en la noche del ascenso, el 23 de junio, ante el Dépor junto a su excompañero, Mario Suárez. Y, al igual que tras el descenso a Segunda B o el día del Centenario, compartió una imagen de felicidad desde la Tribuna Cubierta del estadio que llenó de cariño al mallorquinismo. El mismo que recibirá él mañana, aunque vista con otros colores. Un ídolo es un ídolo.

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