La victoria del Mallorca ante el Eibar en la primera jornada de Liga dejó muchas notas positivas para los de Vicente Moreno. Buen nivel de juego, capacidad de sufrimiento y la seguridad de que jugadores del año pasado van a rendir a buen nivel en Primera. Si hay que destacar un nombre por encima del resto ese es el de Dani Rodríguez, figura clave en el ascenso y que debutaba en Primera, logrando el primer gol y siendo el mejor jugador del encuentro.

Dani fue el primer fichaje tras confirmarse el ascenso del Mallorca a Segunda, proveniente del Albacete. Al comienzo del curso anterior pareció no encajar del todo en los esquemas de Vicente Moreno, siendo el primer jugador sustituido en varios encuentros. Poco a poco el jugador gallego fue adquiriendo galones, adaptándose tanto a jugar por dentro como por fuera realizando funciones de extremo y en el último tercio de Liga se convirtió en una de las grandes armas del equipo a nivel ofensivo.

Con 31 años y una larga trayectoria en la espalda en campos de Tercera, Segunda B y Segunda, ante el Eibar llegó la gran oportunidad por la que siempre había peleado. Con la ilusión de un chaval recién llegado, el propio jugador reconoció después del partido que había sido un debut soñado para él. "La vida puede ser maravillosa", afirmó.

Anclado en banda derecha pero con tendencia a jugar por dentro para asociarse con Baba, Febas y Salva Sevilla, Dani exhibió un despliegue físico impresionante durante los noventa minutos del encuentro, abarcando prácticamente todo el terreno de juego y mostrando su presencia en ambas áreas.

El electrónico marcaba cuatro minutos cuando Dani aventajó al Mallorca. Sorprendió a todos realizando una gran galopada, partiendo desde el centro del campo y dejando atrás a la defensa armera, para luego definir por bajo a Dmitrovic con un toque sutil. Gran carta de presentación en la máxima categoría del fútbol español y demostración de que ha llegado a Primera con la intención de quedarse mucho tiempo.

Durante todo el encuentro no dejó de ofrecerse a sus compañeros, siendo vertical en la conducción cuando el equipo lo requería y poniendo la pausa en los momentos adecuados, peleando cada balón como si le fuera la vida en ello. Pudo marcar otro gol en la segunda mitad si su remate picado de cabeza, a centro de Lago, no se hubiese marchado muy cerca de la meta del Eibar.

Su compromiso y trabajo en el campo han hecho de Dani Rodríguez uno de los jugadores predilectos para la afición bermellona.