El RCD Mallorca ya es equipo de Primera División. Todos hablamos de ello sin mirar atrás, sin querer saber cómo se forjó el milagro. ¿Quién o quiénes lo han hecho posible? No queremos recordar, preferimos soñar e imaginar futuras gestas en el Bernabéu o en el Camp Nou, San Mamés o el Wanda. La 2ªB no existió y la Segunda ya es recuerdo. ¡Qué más da si este año hemos competido contra una legión de equipos históricos, grandes escudos de Primera apresados en una jaula de plata, clubes de alta alcurnia con Historia, afición y dinero, todo es igual cuando no se tiene memoria!

Y sin embargo yo recuerdo. Dos años atrás en una ciudad deportiva decrépita y dolida. Triste, sola y sin energía. La hierba olía a derrota y esperaba ansiosa conocer qué hombres harían correr la pelota en la penúltima categoría. Escasos días antes el Mallorca se convirtió en equipo de 2ªB. Si el pasado parecía lejano, el futuro se antojaba imposible. Son Bibiloni era como un gigante que no podía arrastrar su peso y deseaba convertirse en un enano. Todo se antojaba demasiado grande para un club con solera pero que había menguado.

Ensimismado con el silencio de la derrota no me apercibí de que me estaba saludando el director deportivo Javier Recio. Nos habíamos citado por un tema personal, sin embargo su entereza y su amabilidad nos condujo a la verdad, a lo principal, al Mallorca. Todavía recuerdo sus palabras: "Cierto, hemos tocado fondo. Es triste pero casi necesario. Debemos empezar de cero, humildes, reconstruir con hombres y olvidar los nombres fetiches que nos han enterrado. Igual la afición no entiende que para subir hay que tomar impulso y es necesario hacerlo desde abajo. Debemos olvidar lo que fuimos si queremos descubrir lo que seremos". "Trabajo, equipo y humildad, eso te lo garantizo. Mi trabajo es ingrato, la afición quiere nombres pero son hombres lo que necesitamos, no queremos podencos con nombre sino galgos hambrientos".

Al rato llegó Molango. Se saludaron como dos hombres convencidos de que lo más amargo ya había pasado. Consejero y director técnico exhalaban confianza y seguridad. Yo no los conocía pero supe de inmediato que eran dos hombres y un destino: devolver al Mallorca su gloria perdida. Nunca olvidaré ese momento donde dos hombres de fútbol, recién descendidos a la 2ªB se hablaron como dos hermanos que tras asumir el fracaso se conjuraron por devolver al Mallorca no más arriba sino a lo más alto. Dos años después imagino que hoy su abrazo, como entonces, ha sido intenso pero además también será eterno.

No hay dos sin tres. Vicente Moreno dio un paso atrás para dar dos saltos adelante. Su gesta no tiene parangón. Su nombre ya es leyenda como Oviedo, Serra Ferrer y Cúper. Moreno es un maestro del tempo, de la plantilla acoplada, de la ausencia de polémicas. Vicente ha sido y es un director de orquesta, un guía discreto capaz de impregnar a todos su filosofía. La del fútbol serio, competitivo, sin dudas ni fisuras. Es un Mister Chamán capaz de vencer y convencer, un mago del trabajo y la sensatez, un valedor de la más pura normalidad, un gestor de egos que ha sabido transformar un vestuario en un hogar para todos, incluida la afición. Vicente ha hecho posible que los hombres de ayer, además tengan hoynombre. Nombres para la Historia.

Yo fui testigo. Todo comenzó hace dos años en 2ªB. Tres hombres apostaron por otros hombres. Desde hoy sus nombres son parte de la historia porque como dice la leyenda no sólo se comieron a sus rivales, también se comieron la hierba.

Mañana nos espera el Bernabéu, el Wanda o el Camp Nou y ya sabéis, mallorquinistas que con Molango, Recio y Moreno serán hombres y no nombres los que defenderán nuestra camiseta.

Enhorabuena Mallorca