Corría el minuto 41. Fede Cantabría acababa de encaminar la eliminatoria para el Deportivo. No conformes, los gallegos buscaban el segundo. En un balón dividido Álex Bergantiños y Marc Pedraza pelean por el esférico. El centrocampista bermellón resbala e impacta con las botas en la cara del futbolista del conjunto gallego.

El colegiado del encuentro solo ve una jugada fortuita y deja proseguir el juego. Es el cuarto árbitro quien pide que se detenga el partido. En la medular Bergantiños yace sobre el terreno de juego. Su rostro está ensangrentado. A su lado Pedraza no sabe dónde meterse. Camina, solloza y se lleva las manos a la cabeza. El impacto entre ambos futbolistas ha sido brutal, tan brutal como involuntario. Bergantiños se ha llevado claramente la peor de las partes.

El servicio médico entra en el terreno de juego sin el permiso del colegiado. El futbolista coruñés parece inconsciente. Pedraza no encuentra consuelo y se lanza a los primeros brazos que le dan cobijo. Son los de Pep Lluís Martí. "Tranquilo, es fútbol y esto pasa", le tranquiliza el técnico palmesano. El árbitro, que hacía medio minuto no había visto tan siquiera falta, solo un encontronazo fotuito entre dos jugadores en un lance del partido, ahora está desenpolvando la cartera de tarjetas.

La roja para Pedraza es lo de menos. Su preocupación está sobre el césped de Riazor. La camilla se lleva al futbolista coruñés, ensangrentado, conmocionado, pero sano y salvo. El lance se resuelve con una "herida inciso contusa" en la cara de Bergantiños y su correspondiente traslado al hospital. El Mallorca, por detrás en el marcador, tiene que afrontar más de 50 minutos con un futbolista menos sobre el terreno de juego. Demasiado tiempo en Riazor, demasiado tiempo ante el Dépor. Una decisión que marcó el devenir del encuentro.