Antonio Raíllo cuajó ayer un magnífico partido ante el Albacete, pero como en otras ocasiones ha ocurrido, se le vio en ocasiones descentrado y más pendiente de batallas personales que del propio encuentro.

En la primera parte el colegiado le mostró tarjeta amarilla y durante el partido realizó un par de entradas que bien podrían haberle supuesto la expulsión. Raíllo es un futbolista excelente, pero en partidos como el de ayer, con los nervios a flor de piel, debería intentar calmarse. La última falta del partido era evitable. Con el jugador del Albacete de espaldas, era innecesario provocar una falta que de haber entrado habría llevado el partido a la prórroga. Raíllo es indispensable en el once de Vicente Moreno, pero los rivales saben que se calienta con facilidad y debe corregirlo.