"Ha sido un domingo perfecto". Con estas palabras empezaba Salva Sevilla su rueda de prensa tras el encuentro. Y tenía muchos motivos para decirlo porque fue el absoluto protagonista antes, durante y después del partido ante el Almería. A sus 35 años, el centrocampista está a un nivel sensacional, tal y como evidencia haber sido elegido el mejor futbolista del mes de abril de la Segunda División. Por eso un inolvidable exfutbolista bermellón como Vicente Engonga le entregó el trofeo desde el centro del campo. Lo que no sospechaban los 9.645 espectadores que le ovacionaron a rabiar es que una hora y media más tarde lo harían incluso más fuerte.

Porque Sevilla estuvo excelso, aportando equilibrio al equipo desde el centro del campo ante un adversario muy complicado en un choque en el que la pólvora de los bermellones estaba mojada, a pesar de los intentos de Budimir, Aridai, Lago y compañía. Hasta que en el minuto setenta y cuatro apareció la magia del almeriense. Precisamente él fue objeto de falta en la frontal del área, aunque un poco escorada, aunque en el momento de preparar el lanzamiento movió el balón un metro para centrarlo sobre el césped con la picardía que solo tienen los más listos.

Levantó la cabeza y envió la pelota justo donde el portero René no podía llegar. Son Moix fue una fiesta y el futbolista del Mallorca se quitó una espina clavada. "Llevaba ya varias faltas que no entraban. Las practico todas las semanas en los entrenamientos", recordó ante los periodistas. Gracias a ese precioso tanto recogió otro premio, el de dar los tres puntos a los suyos. Vaya domingo de Salva Sevilla.