El inicio del partido no fue bueno. Encajar un gol en los primeros minutos hacía presagiar otro mal resultado fuera de casa, uno más.
El inicio de la segunda parte no me gustó nada. La iniciativa fue de Las Palmas ante un Mallorca que empezó la segunda mitad de manera despistada.
El arbitraje tampoco estuvo a la altura. Hay que reconocer que el gol del empate obra de Budimir es fuera de juego y no me duelen prendas reconocerlo del mismo modo que lamento los errores que perjudican al Mallorca, como por ejemplo la mano señalada a Salva Sevilla, solo, dentro del área a punto de marcar.
Por suerte no entró porque el error arbitral era flagrante. Pero ya se sabe que en Segunda División ni VAR ni VER, ninguna de las dos cosas.
Y puestos a recapitular todas las cosas que no me gustaron, debo añadir que la gestión del marcador a favor en los últimos minutos se pareció a la de otras veces, casos de Tenerife o Cádiz, que acabaron estropeándose.
Pero esta vez se hizo la luz y el Mallorca, que con los momentos puntuales que no me gustaron ya contados estuvo bien, acabó ganando por fin fuera de casa.
Una victoria que, además de tres puntos, puede abrir un camino ilusionante de cara al tramo final de temporada, en esos partidos en los que se deciden cosas muy importantes.
