"¡Viste! Deben ser los dos únicos argentinos del mundo que no toman mate y tenemos que aguantarlos acá". Dani Pendín, segundo de Vicente Moreno, alza la voz en la Ciudad Deportiva Antonio Asensio. Leo Suárez y Franco Russo se dan por aludidos. "Si vos estás ahí metido, todo el día haciendo vídeos, ¿qué mate vas a beber?", le espeta Suárez. "Este Pendín, no tiene remedio", le secunda entre risas Russo, para rápidamente desmentir a su paisano: "¡Y claro que bebemos! ¡Todo el día! En la playa, en casa, con los amigos... No hacemos otra cosa".

Diez mil kilómetros separan a ambos futbolistas de su hogar, Buenos Aires. Allí nacieron y crecieron, hace ahora 22 y 24 años, los argentinos del Mallorca. Con una mirada se entienden, son varios años compartiendo aventuras. "El mismo día que aterricé en España me lo presentaron, allá por 2015. Russo tenía un amigo con el que yo compartía representante y la primera noche cenamos juntos. Desde entonces no me he librado de él", rememora Suárez sobre su 'idilio'. "Desde entonces somos amigos. El hecho de ser argentinos y estar tan lejos de la tierra, une. He compartido con él viajes, días de playa y mucho mate", reconoce Franco por su parte. Desde el pasado 1 de febrero comparten, además, equipo.

"Evidentemente algo de culpa tuvo Russo para que acabara aquí. Hablábamos por teléfono cada día. Yo estaba muy bien con los compañeros en Valladolid, pero el tiempo era un infierno, pasé mucho frío. Necesitaba sol, playa... Esto es el paraíso comparado con eso", argumenta el mediapunta aterrizado en la isla durante el pasado mercado invernal. "¿No se va Faurlín y me lo traen a él? Ni un minuto de descanso", bromea su compañero de filas.

Pese a que apenas 20 minutos separaban los hogares de ambos futbolistas en su Buenos Aires natal, Leo y Franco jamás coincidieron al otro lado del charco. "Allí se juega por barrios y el hecho de llevarnos dos años hizo que nunca compartiéramos cancha", reconocen. "Crecimos en la calle jugando a futbol-5. Todos los niños en Argentina quieren ser futbolistas. Antes de andar ya te echan una pelota para que corras detrás de ella. Toda nuestra vida gira alrededor del balón", coinciden.

El pasado 31 de octubre Suárez y Russo al fin coincidieron sobre una cancha. Ambos se vieron las caras durante la ida de los dieciseisavos de final de Copa del Rey en Son Moix. El primero defendiendo los colores del Valladolid, el segundo, los del Mallorca. "El estilo de juego de este equipo me convenció. Moreno hace que sus futbolistas jueguen con la pelota al piso y con asociación de sus mediocentros. Pensé que venir acá era una gran oportunidad. Estaba en un Primera, pero en ocasiones hay que dar un paso atrás para coger carrerilla", aclara Leo sobre su desembarco en la isla.

Criado en las categorías inferiores del Boca, en 2015 firmó por cinco temporadas con el Villarreal. Comenzó jugando con el filial del submarino amarillo, pero a partir de 2016 subió al primer equipo. En agosto de 2018, el Valladolid hizo oficial su llegada por una temporada en calidad de cedido, pero tras no disfrutar de los minutos deseados en el conjunto pucelano, Leo tomó la decisión de aterrizar en Mallorca. "Acá hay jugadores con mucho nivel, pero voy a trabajar para hacerme con un hueco. Quiero tomar minutos para regresar la temporada que viene al Villarreal", reconoce sin cortarse.

Con su 1'67 y sus 57 kilos, muchas son las voces del mallorquinismo que no han podido evitar hacer comparaciones: "Me comentaron de Ibagaza. Para mí es algo bonito que me comparen con un gran jugador que dejó tanta huella en el fútbol. Espero llegar a ser al menos la mitad de lo que fue él aquí".

Formado en la cantera del Club Atlético All Boys, Franco Russo llegó a España en marzo de 2014 para defender los colores del filial del Espanyol. En la temporada 2016/17, el defensa se marchó cedido al Vilafranca para, una temporada después, firmar una gran campaña en el Ontinyent. En julio de 2018, el Mallorca alcanza un acuerdo con el club valenciano para el fichaje del argentino, quien firma hasta junio de 2020. "Cuando llegué ya sabía que iba a tener una competencia dura y sana. El equipo va bien y así es difícil asomar la cabeza", reconoce sobre los apenas 150 minutos que lleva disputados con la elástica bermellona en competición regular. "De todas formas prefiero que el equipo vaya bien y esperar, a que tengan que recurrir a mí solo porque haya problemas", se aventura a pronunciarse. "Creo que cuando he tenido la oportunidad he competido a un buen nivel. El hecho de no jugar cada fin de semana puede generar nervios, pero creo que he sabido aprovechar las oportunidades que Moreno me ha dado. Siempre intento explotar esos minutos que tengo", asiente.

Ni a uno ni a otro les cuesta hablar de objetivos y, aunque Russo se muestra algo más cauto que su compañero de filas, "primero vamos a ganar el domingo", ninguno esconde su ambición de cara al final de temporada. "Siempre hay que soñar en grande", reconoce risueño Suárez. "Creo que trabajando con la confianza que lo estamos haciendo se pueden lograr cosas importantes", reclama. "Siempre se puede soñar. Esta división es muy complicada, los equipos siempre aprietan, pero si continuamos trabajando como lo estamos haciendo, los resultados fuera de casa llegarán seguro", analiza el central.

Tras cumplir con la sesión preparatoria y comer en Son Bibiloni, ambos futbolistas se citan para después de la jornada. "Aún no he tenido apenas tiempo de ver nada de la isla. He paseado por el centro de Palma y suelo salir a caminar por las tarde con mi novia por el Paseo Marítimo. Tengo muchas ganas de que llegue el calor para visitar las playas", asegura Leo. "Visité Na Foradada y alguna que otra cala, pero todavía me queda mucho que ver de la isla", reconoce Franco. Ambos cuentan todavía con varios meses por delante. Tiempo para compartir su pasión por el fútbol, beber mucho mate y seguir forjando una amistad que el Mallorca ha unido.

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